8 de abril de 2010

Capítulo 8.

¿Un amigo de una sola tarde?

Cuando salí del portal, Sam ya estaba allí, de pie junto al coche.
- Buenos días, señorita -dijo educadamente.
- Buenos días, Sam. Qué buen día hace, ¿verdad?
- Cierto, un día muy agradable. ¿Sube, por favor?
Me pasé el camino observando el cielo, que estaba completamente despejado. El sol brillaba con gran intensidad. Este era la clase de día que me gustaba, que me ponía de buen humor.
Tardamos como una media hora, quizá un poco más, en llegar a casa de Michael. Atravesamos la gran verja y volví a observar todo eso que había querido conservar muy bien en mi mente.
Sam me dejó en la puerta principal y nada más bajar del coche le vi. Apoyado contra la puerta, con unos pantalones vaqueros y una camiseta amarilla. Además, lucía esa preciosa sonrisa suya. Estaba realmente guapo. ¿Cómo iba a evitar todo lo que me había prometido a mí misma?
“Esto va a ser realmente difícil”, pensé. Yo no era la clase de persona que me quedaba esperando a que un chico me dijera algo. Yo me lanzaba. Si alguien me gustaba, iba a por él. Si hay algo que tenía claro en esta vida era que todo es demasiado corto, por tanto no hay que perder el tiempo. No se puede perder el tiempo.
Seguramente, sino hubiera sido por el sermón de Marina, hubiera ido con una idea fija en cuanto a Michael. Pero me prometí verle solo como un amigo, un amigo de una sola tarde además, ya que también me había prometido no volver a quedar con él. Pero claro, eso lo había prometido en mi habitación, sola... Cualquiera prometía nada teniéndole delante.
Avancé hasta él, subiendo cada escalera con cuidado. No es que fuera muy patosa, es que no podía mirar al suelo. Sus ojos negros volvían a estar delante de mí.
- Hola -me dijo.
- ¡Hola! -sonreí, y me incliné hacia él para darle otro beso en la mejilla-. ¿Qué planes tienes?
- Pues... Bueno, tenía pensado ver una película, ya que el otro día me comentaste que te gustaba el cine. Pero hace un día estupendo, así que podríamos coger algo de comer y pasar el día por los jardines. ¿Qué te parece?
- ¡Me parece genial! Pero... Hoy me toca a mí acribillarte con preguntas. Lo sabes, ¿no?
Se echó a reír y se mordió el labio inferior. Y yo, como tonta, abrí la boca hasta el suelo.
- Si, pero aun me quedan unas cuantas por hacerte -sonrió. ¿Por qué tenía que pasarse el día sonriendo?-. Venga, vamos a coger las cosas.
Fuimos a la cocina que sin exagerar era más grande que todo mi piso. Michael tenía dos cestas preparadas y había metido de todo un poco, así que supuse que sabía que me iba a gustar la idea de pasar el día así.
Una vez que cogimos las cosas, salimos fuera y echamos a andar en una dirección distinta a la del otro día. Fuimos hablando de todo un poco, aunque de vez en cuando se callaba y, como la otra tarde, contemplaba el cielo.
Tras 20 minutos caminando llegamos a una especie de claro y me di cuenta que era allí donde él quería que pasásemos el día. Se sentó y, casi sin darme tiempo a sentarme a mí, comenzó a hablar:
- Hay una cosa que no te pregunté el otro día. ¿Qué haces aquí? -le miré sin entender-. Quiero decir, ¿a qué te dedicas?
- ¡Ah! Trabajo en una guardería, cuidando niños y eso. No pagan muy bien, porque es una guardería chiquitita, pero a mí me gusta. Trabajo algunas mañanas y a veces algunas tardes. Otros días, como hoy, libro. Pero espero que solo sea un trabajo temporal.
- ¿Por qué? ¿No te gusta?
- ¡Sí! Claro que me gusta. Me lo paso muy bien. Es muy agotador, porque los niños van de aquí para allá, pero es genial. Solo que... Mis amigas no quieren quedarse aquí para siempre y a mí no me importaría. Me gusta todo esto. Pero si me quedara yo sola no tendría bastante con la guardería para pagarme el piso. Por eso a la larga tengo pensado trabajar como traductora o algo así. Porque manejo el inglés y no está mal pagado.
Iba a comenzar a hablar de nuevo, pero le tapé la boca.
- ¡Eh! Yo también tengo derecho a saber cosas de ti, ¿no crees? -le lancé una mirada amenazadora y le destapé la boca.
- Sí, sí. Pero antes déjame hacerte una última pregunta, la última, de verdad.
- Está bien. La última.
- ¿Por qué me gritaste esta mañana cuando te llamé? ¿Quién es John?
De todas las preguntas que me podía hacer, esa era la única que no quería que me hiciera. No, no le quería explicar que John era mi novio, ni que habíamos discutido por sus estúpidos celos y mucho menos que esos celos se debían a él.
Pero, sino, ¿qué le iba a decir?
Inspiré hondo y comencé a hablar.
- John es mi novio. Bueno no, no es mi novio. Bueno, no sé. Es algo raro. No es que yo esté loca por él ni nada de eso, pero quedamos y lo pasamos bien juntos. Es buena gente, pero es muy celoso. Y justo antes de llamar tú me había llamado él y habíamos discutido. Entonces yo colgué y a los pocos segundos volvió a sonar el teléfono, pero claro, no era él, eras tú, pero yo creía que era él, entonces me puse a hablar tan deprisa que... – le miré, preguntándome si había entendido algo-. Tan deprisa como estoy haciendo ahora –sonreí tímidamente.
- ¿Habíais discutido por qué estaba celoso?
- Sí.
- ¿Y por qué estaba celoso?
- Por... Todo. Se pone celoso por todo –sonreí satisfecha al no haberle mentido, aunque no le explicara cuál era la razón fundamental de la discusión de esta mañana...
- ¿Él sabe que estás aquí?
- No.
- ¿Y se lo vas a decir?
- Um… No.
Apartó su mirada de mí, y después bajó la cabeza.
- No quiero causarte problemas... -dijo con un hilillo de voz.
- ¡No! No es tu culpa, Michael. Él es así, de verdad. Si un día voy a un bar y hablo con el camarero, se pondrá celoso de él también. Tú no tienes la culpa, no quiero que pienses eso -dije mientras le cogía la cara. ¿Había alguien más dulce que él en todo el mundo?-. Además, se acabó. Hoy me toca a mí -le levanté la cara para que me mirara, pero aun así apartó sus ojos de mí.
Genial. Ya lo había estropeado. Tenía que hacer algo para quitar ese mal rollo entre nosotros. Le solté la cara y me tumbé en la hierba, pensando qué hacer. Entonces vi cómo él se tumbaba a mi lado.
- De acuerdo -dijo, mientras intentaba sonreír-. Te toca.
Esta vez fui yo la que le acribillé a preguntas de todo tipo. Quería saberlo todo de él. No sé cuántas miles de millones de preguntas le pude hacer, solo sé que respondía a cada una de ellas con una gran preocupación para que yo entendiera cada una de sus respuestas. Me habló de cosas que, estaba segura, no le había hablado a nadie. Me di cuenta de que su timidez iba desapareciendo a medida que pasaba la tarde y daba paso a un chico sincero, hablador y muy divertido.
Nos habíamos levantado a comer algo, pero en seguida nos volvimos a tumbar tras un ataque de cosquillas por mi parte.
Estaba anocheciendo y todavía seguíamos allí, tumbados en la hierba.
- Llámame inculta si quieres, pero... ¿Cuántos años tienes? -pregunté, avergonzada. Llevaba toda la tarde haciéndole preguntas prácticamente insustanciales y aun no sabía qué edad tenía.
- ¿Inculta por qué? -rompió a reír-. No tienes por qué saberlo. Tengo 20 años. Cumplo 21 este verano.
- Viejo -le dije, sacándole la lengua, lo que provocó que esta vez fuera él quien me hiciera cosquillas.
Cuando ya quedaba poca luz, nos dimos cuenta de que era la hora de irse. Entonces se levantó, pero casi al instante le cogí del brazo y le eché para atrás nuevamente.
- Michael... ¿Puedo pedirte algo?
- Sí, claro.
Cavilé durante unos segundos si decírselo o no. Llevaba toda la tarde maravillada con su voz, su dulce voz, su forma de hablar y su forma de reír.
- Um... ¿Puedes cantarme algo? -le dije finalmente, aún a riesgo de que cuando lo hiciera me volviera loca.
Él me miró, fijamente. Clavó sus ojos en los míos de tal forma que se me olvidó hasta respirar.
- ¿Qué quieres que te cante?
- Lo que quieras...
Entonces comenzó a cantar suavemente la famosa “I’ll be there”.
Atrapada por todo aquello, no pude evitar que una lágrima descendiera por mi cara. No es que estuviera triste, ni mucho menos, es que me había hecho prisionera completamente. Nunca podré describir lo que sentí cuando le oí cantarme aquello; a mí. Solo a mí.
Él pasó suavemente su mano por mi mejilla, atrapando la lágrima que caía.
- Deberíamos irnos -me dijo en un tono bajito-. Ya es tarde.
Se levantó y agarró mi mano para ayudarme a hacer lo mismo. Nos pusimos de pie y nos quedamos frente a frente.
Esa era la clase de momentos en los que yo me hubiera lanzado con cualquier otro chico; sin embargo, fui incapaz. No por John, ni por la promesa que me hice a mi misma de “solo amigos”.
Era por Michael. Todo era diferente a su alrededor. Él lo hacía todo diferente.
Me sonrió, cogió las cestas y comenzó a andar hacia la casa. Yo le seguí, incapaz de articular palabra. ¿Cómo se supone que le iba a decir que no podía volver a verle?
Caminamos en silencio durante unos minutos, hasta que finalmente fue él el que habló.
- No quiero volver a verte llorar... Si lo hubiera sabido no hubiera cantado.
- No, no, no, Michael. No -dije, mientras le cogía del brazo-. Soy muy emotiva, de verdad. Me emociono por todo, hasta con la mínima cosa. No es que me haya resultado triste, es que me ha resultado precioso. ¿Eres consciente de la voz que tienes? Es increíble, de verdad. Nunca había oído nada igual.
Sonrió.
- La próxima vez procuraré cantarte algo más alegre, te lo prometo.
“La próxima vez…”
Llegamos a la puerta principal cuando ya estaba oscuro todo el cielo. Me pregunté que hora sería, porque realmente el tiempo se había pasado volando a su lado.
- Espérame aquí, iré a avisar a Sam.
Y allí me quedé, viéndole correr hacia la casa.
¿De verdad era capaz de no volver a verle?
No, definitivamente no. No quería hacerlo. ¿Por qué tenía que hacerlo? Solo éramos amigos. No hacíamos daño a nadie. Además, algo me decía que él me necesitaba. No quería alejarme. Si se enfadaba Marina, o cualquiera de las chicas, o John, pues ya tenían otra tarea más: desenfadarse.
Pero no me iba a alejar de él.
A los pocos minutos apareció Michael de nuevo, que corrió hasta donde yo me encontraba, y un coche salió del garaje.
- Me lo he pasado muy bien, de verdad. Ha sido genial -me dijo Michael, con una gran sonrisa.
- Yo también lo he pasado muy bien, Mike...
- ¿Mike?
- ¿No quieres que te llame así? -pregunté confusa.
- ¡Sí! Lo prefiero -sonrió.
Esta vez fui yo la que se mordió el labio. Era increíble la fuerza que tenía ese chico para conseguir que alguien se derritiera. De verdad, eso debería ser ilegal.
- Bueno... ¿Me llamarás? -pregunté con el miedo de volver a la normalidad, la aburrida normalidad, sin él.
- Claro que lo haré. En cuanto pueda -y se inclinó para darme, esta vez él, un beso en la mejilla. Fue solo un segundo, pero sus labios rozaron mi cara y me dejó definitivamente petrificada. Parecía que me habían echado cemento por encima.
Él sonrió, perfectamente consciente de lo que había provocado, y me abrió la puerta del coche.
- Duerme bien -me dijo.
Asentí, y me metí en el coche.
- Buenas noches, señorita. ¿A dónde siempre?
- Sí, sí. Llévame a mi casa.
Durante todo el viaje estuve inmersa en mis pensamientos, como era habitual, pero en realidad tampoco estaba pensando en nada concreto. Bueno, sí, pensaba en como Michael había elaborado cada respuesta que hacerme, como se explicaba al decir algo, como enfatizaba cada palabra con un perfecto gesto... Como sonreía, como me miraba... Como sonaba su voz...
- Oh, para ya -me dije en un determinado momento-. Pareces una niña cursi de películas romanticonas.
- Disculpe, ¿decía algo?
- No, no, Sam, tranquilo. Hablaba conmigo misma. Lo hago mucho.
Sam rió. Supongo que era gracioso el hecho de verme insultándome a mí misma, pero es que de pronto me sentí ridícula.
- Ya hemos llegado, señorita. Un placer, como siempre.
- Muchas gracias, Sam. Que tengas una buena noche -dije, mientras cerraba la puerta.
Subí deprisa las escaleras y abrí la puerta, intentando no hacer ruido para no despertarlas.
Pero estaban esperándome en el sofá. Cerré los ojos, imaginándome lo que se me venía encima.

10 comentarios:

  1. NOOO!!... ¡Lo sabía!... iba a preguntarrrloo!!
    no puedo esperar a leer el siguiente cap! :O ♥

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  2. jajajajaja muy buena tu novela trato de despegarme de un capi pero sigo sin parar...
    me encanto de verdad no as pensado en ser escritora?
    no e parado de reir desde que me sente a leerla.

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  3. no volver a verle? NO NO Y NO!

    me cago en la amigaa !!! pf..si no hubiera sido por la idea que le ha metido en la cabeza...

    michael es adoorable^^

    i el joohn es asqueroso..LO ODIO! pffff..

    porfavoor, continua pronto...y que todo vaya bieen:)

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  4. NOOOO!!! no debes olvidarte de éeeelll!!!
    NOP!!!....jajajaa... me encantaaaa!
    sigue asíp! ♥

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  5. uy estoy muy enganchada con la historia...me encanta...hasta el final no paro...hermosa

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  6. porfavorr..siguee! espero que las amigas lo acepten..

    continua!

    repito: mike es adorable^^

    i joohn...¬¬

    8 de abril de 2010 13:06

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  7. si si si eso a john q le den ^^

    tiene que tener una historia preciosa con mike^^

    q ricoo!!! :D

    una historia increible!

    8 de abril de 2010 15:19

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  8. Sigueeeeeeeeeee pliiiissss!!!!! XD XD XD XD...

    8 de abril de 2010 19:02

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  9. Ahh que dulce es Mikee demasiado lindo!!! me encantaa espero ansiosa el proximo capitulo =D

    8 de abril de 2010 19:41

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  10. WUUU!! John que se busque otra
    el mismo dijo que le sobrabaaan!!!
    jajaja... me guuustaaa tu historia!!! ♥♥♥

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