18 de febrero de 2013

Capítulo 80


Suficiente para nosotras

A la mañana siguiente me levanté decidida a hablar con las chicas, sabiendo que ambas libraban y podríamos tener un rato para hablar tranquilamente. Estaba ligeramente asustada por las respuestas que podía encontrarme, y más aún por las consecuencias. ¿Qué pasaría si hasta mis dos ángeles pensaban que Michael no era bueno para mí? Estaba asustada, sí, pero no me importaba, necesitaba saber qué pensaban de todo aquello.
Sorprendentemente, cuando me dirigí al salón ninguna de las dos estaba allí. Tampoco en la cocina, ni en el baño. Miré el reloj y vi que eran las once de la mañana, ¿a dónde podían haber ido a esas horas?
- ¿Qué haces despierta tan pronto?
La voz de Nana detrás de mí me sobresaltó y di un brinco que provocó una sonrisa por su parte. Estaba recién levantada.
- Eh... No podía dormir -me dirigí hasta la cocina y abrí la nevera-. ¿Quieres un zumo? ¿Marina sigue durmiendo?
- Qué pregunta, claro que sigue durmiendo. Y nosotras deberíamos estar haciendo lo mismo, sobre todo tú, creía que estabas muy cansada de tanto trabajar. Y un zumo sí, gracias.
Serví el zumo en un par de vasos y me dirigí con ellos hasta el sofá del salón; Nana me siguió.
- Estoy cansada, pero no quiero dormir más.
- ¿Pasa algo?
- No, es solo que, bueno...
- No sabes nada de él, ¿verdad? -Negué con la cabeza y me miré las manos, que rodeaban el vaso-. No te preocupes, Judi. Te quiere, lo sabes.
La miré y supe que era el momento, pero no sabía muy bien cómo plantearlo. Hace mucho tiempo conocí a un chico que me dijo que las personas no deberíamos preguntar aquello de lo que no querríamos saber la respuesta. ¿Quería saber la respuesta a todo lo que pasaba por mi cabeza?
De pronto se me encendió la bombilla y supe cómo debía llevar todo aquello.
- Piensa en mí hace un año -la solté de pronto-, cuando estaba con John. ¿Qué opinabas de él?
- ¿Antes o después de comportarse como un capullo?
- Antes, el después es evidente.
- Creía que era un buen chico, la verdad. Le veía contigo y... Me gustaba. Para ti -añadió con una mueca.
- ¿Qué más?
- ¿Qué más? No sé, ¿qué más quieres que te diga? -Se rió.
- ¿Te gustaba la pareja que hacía con él?
- Sí y no.
- Explícate.
- Él te trataba bien, y creo que te llegó a querer bastante. Cuando os veía juntos pensaba... Están bien, pueden llegar a algo, hacen buena pareja. Pero entonces me fijaba en ti y... Tú no sentías gran cosa por él. Te lo pasabas bien con él y agradecías su compañía, pero... No es como con Michael, por ejemplo. A los dos meses ya estabas enamoradísima de él.
- A los dos meses y a las dos semanas -añadió Marina por detrás, para después obsequiarnos con un gran bostezo-. ¿Qué hacéis hablando de estos temas tan pronto? Acaba de amanecer.
- ¿Amanecer? -Nana y yo nos reímos a carcajada limpia.
- Eres una auténtica marmota, Marina, de verdad. Háztelo mirar.
- Cuando muera donaré mi cuerpo a la ciencia.
Volvimos a reírnos y entonces sentí la mirada de Nana clavada en mí.
- ¿Por qué me has preguntado esto?
Ya no había vuelta atrás.
- Bueno... Sólo me estaba preguntando si... A John le veíais mejor chico para mí que Michael -lo solté de carrerilla y Marina, que estaba tumbada en el sofá, se incorporó casi de un salto.
- John era un capullo, cómo puedes preguntarte eso.
- Me refiero al John de antes. Al John que me trataba bien, al que me cuidaba, al que me quería.
- Puede que al principio fuera un príncipe azul, pero al final demostró cómo era realmente, y eso es lo que cuenta.
- Olvidaos de lo que hizo, ¿vale? Pensad sólo en el John bueno.
- No podemos olvidar algo así -sentenció Nana.
Suspiré. Tendría que intentarlo por otro camino.
- Vale, pues nada de John. Pensad en... Sergio. Sí, Sergio. ¿A Sergio le veíais mejor chico que Michael?
- ¿A qué viene esto, Judith?
- Sólo... Contestad, por favor.
- No, explícanos por qué quieres saber todo eso.
Las dirigí una rápida mirada a las dos y cogí aire.
- La otra noche, cuando os conté lo de Edward... No dijisteis nada. Quiero decir, me dijo un montón de cosas horribles, cosas que no tiene por qué decirme alguien que no me conoce a mí, ni a Michael, ni sabe nada de lo que tenemos. No sabe nada de lo que hay entre nosotros y se atreve a juzgarnos de esta manera. Estaba verdaderamente enfadada y cuando os lo conté... No dijisteis nada.
- ¿Qué querías que te dijéramos? -Preguntó Nana, parecía confundida.
- No lo sé, algo. Unas palabras de odio hacia él, por lo menos.
- ¿Odio?
- ¿No? -Las miré durante unos segundos a las dos y su expresión me lo dijo todo-. Así que pensáis que lleva razón.
- Pensamos, como tú, que no es nadie para juzgarte.
- Pero lleva razón -añadí.
- Judith...
- Adelante, juzgadme vosotras.
- No hagas un mundo de esto.
- No estoy haciendo un mundo, simplemente agradecería que mis mejores amigas tuvieran la confianza suficiente para decirme cuándo un chico las parece bien para mí y cuando no.
Silencio. Me recosté contra el sofá y cerré los ojos. Nana fue quien empezó a hablar de nuevo.
- Nadie ha dicho que Michael nos parezca mal para ti.
- No, sólo os parece que me está robando muchas cosas de mi vida.
- ¿Nos has preguntado cuántas nos parece que te está dando? -Nana alzó la voz y la miré. Parecía enfadada-. No saques conclusiones que no son, en ningún momento hemos dicho que lleve razón.
- Tampoco se la habéis quitado.
- Porque en parte la lleva -miré a Marina esperando a que continuara y se acercó más a mí-. No puede llevarte a pasear por ahí, ni podéis hacer un montón de cosas que cualquier pareja normal puede hacer.
- Somos una pareja normal -pronuncié cada palabra recalcándola, tratando de convencerlas a ellas. Y a mí misma.
- Lo sois porque os queréis, pero... Oye, ¿qué te vamos a contar que no sepas? Eres tú la que vive el día a día con él, si no te has dado ya cuenta de las cosas que no podéis hacer juntos...
- Cosas insignificantes. No necesito que me lleve al cine o a comprar un helado o...
- Exacto -me cortó Nana-. ¿Por qué no lo necesitas? -Esperó unos segundos y entonces siguió-. John, Sergio... Todos los chicos que han pasado por tu vida han podido hacer todo eso que Michael no puede, ¿y? ¿Han significado algo para ti? O, al menos, ¿han significado tanto como Michael? -Volvió a detenerse, esperando que yo sola me diera cuenta de todo eso-. Creo que hablo por las dos cuando te digo que nunca te habíamos visto tan bien -Marina asintió y me acarició el hombro-, ni siquiera sabíamos que fueras capaz de querer tanto a un chico -se rió.
- ¡Eh! -Fingí enfadarme pero solté una risita.
- Lo que te quiero decir es... Qué importa lo que te quite, a día de hoy es mucho más lo que te aporta, ¿no?
- Lo es para mí. Pero vosotras... Quería saber lo que pensabais.
- Queremos que estés con él tanto tiempo como tú quieras estar con él. Te hace feliz, eso es suficiente para nosotras.
- ¿De verdad?
- ¡Pues claro! Es un gran chico y te quiere. No podemos pedir más.
Agaché la cabeza y me mordí el labio. Tampoco había sido para tanto. Sonreí tímidamente y volví a mirarlas.
- Gracias.
- Siempre pensando mal de nosotras -se burló Marina-, yo ya no sé qué tenemos que hacer.
- Se me ocurre una idea... -miramos a Nana y sonrió ampliamente-. Vámonos a dar un paseo por esta maravillosa ciudad y después te invitamos a comer, ya que tienes un novio que no puede hacerlo.
- Ja, ja. Muy graciosa.
- Lo sé -se incorporó y me tendió una mano-. Venga, a vestirse todo el mundo.