12 de enero de 2011

Capítulo 41.

Preparativos.

Cuando las estrellas inundaron el cielo nos incorporamos, tras haber perdido la noción el tiempo una vez más. Nos miramos confundidos y se nos escapó una risita a ambos.
- Pero, ¿cuánto tiempo llevamos aquí? –preguntó Michael mientras trataba de ordenar su alborotado pelo. Después posó sus ojos en mí, soltó otra leve risa, e hizo lo propio con mis rizos-. Que guapa estás, no sabía que la hierba en el pelo fuera el nuevo complemento de la temporada.
- Muy gracioso –le saqué la lengua mientras me incorporaba, y le hice un gesto para que él también se levantara. Se había hecho tarde, demasiado-. Estás muy graciosillo hoy, ¿no? Ese es mi papel.
- Desde ahora lo compartiremos.
- Eso será si te dejo –agarré su mano y comencé a andar-. Anda, vamos, no sé cómo se ha podido hacer tan tarde.
- Um… Yo sí lo sé… -sonrió-. Además, no ha sido sólo culpa mía. Para perder el tiempo de esta forma se necesita más de un culpable…
Abrí la boca hasta el suelo. No, no, aún más. Hasta el centro de la tierra. Incluso más.
- No sé dónde has perdido tu vergüenza para hacer ese tipo de comentarios, pero desde luego tienes que empezar a buscarla porque se te va de las manos.
Rió a carcajadas y me besó en el pelo, de donde extrajo otra brizna de hierba. Le observé por unos segundos. Estaba guapísimo a la luz de la luna. Como siempre, claro. No había un solo momento del día en que su belleza no me cautivara. Hasta recién levantado, cuando no podía apenas abrir los ojos, era el ser más precioso de la tierra.
- ¿Qué piensas? –me dijo, siempre atento.
- En que es tarde, voy a empezar a echar a correr como no avancemos un poco más deprisa.
Se mordió el labio y leí su pensamiento, pero, como siempre también, fui más lenta que él. Echó a correr mucho antes de que yo hubiera realizado mi primera zancada. Otra carrera perdida. Bah, total, llevaba unas 893254 perdidas, por otra más…
- ¿Nunca te vas a cansar de ver como te gano? –me dijo con una sonrisa espléndida en los labios, nada más llegar. Recuperé el aliento y mostré indiferencia.
- Te estoy dejando ganar. Después vendrá mi venganza.
- Pues… O te das prisa o tendrás que remontar al menos 1000 carreras.
- Sí, claro, o 10.000. En fin, voy a llamar a un taxi y…
- Quédate a cenar.
- No, y no me mires así porque no voy a ceder –era horrible cuando me miraba con esos ojitos. Horrible porque era capaz de convencerme de cualquier cosa, claro.
- Vale, pues espera que llame a Sam y te lleva él.
- No, pobre, déjale. Siempre está liado con llevarme a un lado y a otro, como si fuera mi chofer.
- Es el mío, y por lo tanto, tuyo. Ahora vuelvo.
En menos de dos minutos Sam estaba en la puerta.
- Te llamo mañana –susurró Michael tras un suave beso. Comenzó a andar hacia la casa y, un día más, me sentí la persona más afortunada del planeta tierra.
Abrí la puerta delantera del coche, y me senté, sintiéndome culpable. Sam era una muy buena persona, de hecho habíamos ganado mucha confianza en estos meses. Y por supuesto no era mi chofer, ni nada por el estilo, no le sentía como tal. Por ello siempre solía sentarme en el asiento delantero, dándole compañía y conversación
- Siento que tengas que hacer estos trayectos, Sam. De verdad que yo no quería, no me importaba cogerme un taxi…
- No se preocupe señorita, su compañía siempre es muy agradable.
- Por favor, Sam, no me trates de usted. Me haces sentirme vieja.
- No es usted vieja –rió alegremente.
- Sam…
- Perdone… No eres vieja, señorita Judith.
- Suprimiendo lo de “señorita” estaría mejor, pero… Así me gusta –sonreí.
El trayecto fue ameno, y charlamos sobre sus hijos y, como no, el cumpleaños de Michael.
Con ese pensamiento entré en mi casa: con el cumpleaños de Michael…
Él mismo, sin quererlo, me había dado una idea que, sin ser brillante, al menos podía orientarse a lo que yo quería regalarle. Pero para ello necesitaba mucha cooperación, en muy poco tiempo además.
Lo primero que hice fue contárselo a las chicas, de las que recibí un apoyo incondicional. Además, necesitaba la ayuda de todas para realizarlo. Como carecía de tiempo para prepararlo todo, me puse manos a la obra en cuanto pude.
La primera que colaboró fue Lorena, llamando a la guardería y explicando que estaba enferma y que mañana no podría ir a trabajar. Como sabía que andaban escasos de personal, porque Isa continuaba de vacaciones, Lorena se prestó a hacer por mí ese día en el que yo iba a faltar de forma obligatoria. No sería difícil que la admitieran, ya que también trabajaba en una guardería. Además fue recomendación mía, ya que hablé con Vanessa simulando una voz ronca para darle más credibilidad al asunto. Cuando mi puesto de trabajo estuvo cubierto, yo cubrí de besos a Lorena.
Nana fue la siguiente en entrar en acción. Tenía claro qué quería hacer, y tenía claro quién quería que lo hiciera: Nana, cuyo talento estaba ya fuera de duda. No tardé mucho en convencerla del laborioso pero entretenido trabajo que tenía que realizar. Ambas nos sentamos en una mesa con un folio y un lápiz e hicimos una enorme lluvia de ideas con un tema concreto: Michael.
Me reencontré con mi cama a las 12 de la noche, cuando la lluvia de ideas había finalizado con un éxito total…

Me desperté a las 6 de la mañana, convencida de que no habían pasado más de 3 horas desde que me metí a la cama. Miré al calendario: 27 de agosto.
Caminé arrastrando los pies hasta la cocina donde estaba Marina, que sería la siguiente en colaborar conmigo. En menos de media hora estábamos abajo y listas para comenzar con lo que sería la tercera fase.
Cargamos dos mochilas con lo necesario, y otra completamente vacía, para llenarla con las adquisiciones que obtendría. Cogimos su coche, aun adormiladas, y nos encaminamos a una carretera que ya conocía por haberla recorrido un mes atrás. La emoción se hizo dueña de mí cuando recordé aquellos maravillosos días con Michael apartados en esa preciosa playa que parecía ser nuestro paraíso particular. Ahora regresaba a ella, sin Michael, pero con la certera convicción de que el largo viaje merecería la pena.
Nos perdimos, por supuesto. Pero no importó, supimos reírnos de nosotras mismas y preguntar a casi 50 personas cómo llegar a nuestro destino. Pasamos el día allí, donde me hice con lo que había ido a buscar, y la enseñé preciosos rincones que había conocido. El día se me hizo muy corto, como siempre que estaba al lado de Marina. Nuestros momentos juntas eran insustituibles en mi día a día. Además, por fin, ambas éramos completamente felices. Yo las tenía a ellas, y a Michael, y ella nos tenía a nostras, y a Adrien, con quien había compartido sus dos últimos meses, y del que cada día estaba más enamorada. Tras un agradable día a su lado emprendimos de nuevo el largo camino que nos llevaría a casa.
Cuando llegamos Nana me avisó de que Michael había llamado dos veces. No le había dado señales de vida en todo el día, así que entendí ese dato como normal. Saqué mis nuevas posesiones, que pronto pertenecerían a otra persona, y comencé a ordenarlas, a ellas y a mi pensamiento. Debía organizar todo con disimulo, y sin contar con la colaboración de nadie, excepto de una niña de 13 años que era desde hace unos meses mi cuñada, y que se convertiría al menos por un día en mi aliada perfecta. También tenía que rezar porque Michael no me pillara, cosa bastante difícil teniendo en cuenta varios factores: que querría saber de mí después de un día entero sin hacerlo, y que para preparar todo necesitaba algo fundamental en su vida: su casa.
Tras jurarlas amor y amistad eterna a los tres soles de mi vida, me fui a la cama, agotada por el viaje y el trabajo que mi cabeza llevaba realizando durante todo el día. Además, el día siguiente iba a ser nuevamente agotador…

El despertador sonó de nuevo más pronto de lo que me hubiera gustado. A las 10 de la mañana me puse en pie, observando como el calendario marcaban un 28 de agosto que se presentaba caluroso. Desayuné un par de galletas, y cogí el teléfono, rezando por enésima vez en pocas horas para que lo que tenía pensado me saliera bien.
Contestó una de las cocineras, Samantha, con la que también había congeniado bien. Pregunté por Janet y me dijo que aún no había bajado de su dormitorio y que cuando lo hiciera me avisaría de ello, con discreción, tal y como la pedí. Bueno, al menos tendría algo de tiempo para sentarme en el sofá y descansar.
El teléfono no tardó en sonar más de una hora, y me encontré al otro lado con la dulce voz de Janet, que se mostró sorprendida y alegre a la vez. La expliqué que necesitaría su ayuda sin que Michael supiera nada de ello, y se mostró encantada, primero por ayudarme, y segundo por burlarse de su adorado hermano al menos durante unas horas.
Antes de las 12 de la mañana me presenté en su casa, implorando una vez más que todo saliera bien. Si Michael me descubría, todo lo que había estado preparando rodaría por los suelos, y no me había costado poco precisamente.
- ¡¡Guau!! A Michael le va a encantar todo lo que has preparado para él –exclamó Janet, mientras nos dirigíamos al lugar que sería el centro de todo.
- En realidad no es nada del otro mundo, sólo pequeños detalles. No puedo permitirme regalarle lo que él realmente merece… -me detuve al decir esa frase. ¿Hay algo en este mundo que pudiera regalársele y que hiciera justicia con lo que él merece? No, no lo hay. Todo se le queda corto-. En realidad, nada está a su altura.
- ¿Sabes que te salen corazones de la cabeza cuando hablas de él?
- ¡No es verdad! –enrojecí.
- Sí, sí lo es. Pero tranquila, a Mike también le pasa lo mismo.
Sonreí ampliamente.
No tardamos demasiado tiempo en preparar lo que tenía en mente, poco más de dos horas. Tenía que estar todo colocado con sumo cuidado, y sin equivocaciones. Todo tenía que ser perfecto, ya que estaba destinado al hombre más perfecto que había pisado este planeta.
Me despedí de Janet agradeciéndola todo lo que había hecho por mí, y la entregué una carta que debía llegar a manos de su hermano nada más levantarse al día siguiente.
Pedí un taxi y me dirigí a la guardería. Agradecí el tener que trabajar para que así el día pasara con más rapidez.
No había comido nada, pero no importaba. Salí de esa mágica casa con la sensación de haber preparado algo mágico…

Abrí los ojos y observé el blanco techo de mi habitación. Me incorporé de inmediato, y mis ojos se dirigieron al reloj. Las 12 de la mañana. Las 12 de la mañana de un 29 de agosto de 1979.
Mi pensamiento voló hacia la casa de los Jackson. Supe, casi con total seguridad, que Michael estaba recibiendo su regalo. Entonces, imaginé cada gesto, cada sonrisa, cada pensamiento que podía tener en ese momento… Y yo también sonreí.

_______


Hola chicas :)
Vereis, un 29 de agosto de 1979 no es una fecha cualquiera, ¿verdad? ;)
Pues he pensado en hacer algo especial... Algo que no he hecho hasta ahora.
Como la sopresa que va a recibir Michael, la va a recibir sin Judith al lado, lo que haré en el próximo capítulo será colarme en la mente de Mike, y que descubramos como vivió ese día que con tanto trabajo le había preparado Judith.
Será algo totalmente nuevo, y que salvo casos excepcionales no creo que vuelva a repetir. Es sólo que me apetecía hacer algo diferente, y que mejor cosa que vivir un día coladas en la mente de Michael.
Probablemente no sea nada fácil, pero al menos quiero intentarlo :)
Para evitar confusiones en próximos capítulos, lo que narre desde el punto de vista de Michael irá en cursiva.
Muchas gracias, y espero que lo disfruteis :)
Un besazo ENORMÍSIMO a todas <3

9 comentarios:

  1. Hi! Judi!!

    Hey lamento no haber comentado antes, no sabia y ya la habias actualizado, como estas linda?

    Bueno, no ha sido un buen comienzo de año para mi, espero tú estes mejor.

    O_O Mike! Si, ha perdido la verguenza..jaja
    Oh como siempre perdiendo en las carreras..so funny..jaja

    Please siguela.
    Un gusto tenerte de vuelta. Un fuerte abrazo.
    Oly

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  2. JEJE, 10.000 carreras perdidas contra Michael, y aumentando...!! xD me encanta el capitulo, voy a por el siguiente!!! =)

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  3. me encanta la idea k has tenido, estoy ansiosa por leer el prosimo capitulo y ver como Mike recibe la sorpresa de Judi seguro k sera fantastico, estoy deseando leerlo!
    1 beso linda!

    12 de enero de 2011 22:56

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  4. SUKI DAKARA SUKI: My OnE LOvEr19 de julio de 2011, 16:40

    chica que esto entre mas mas se pone interesante siguela seguila pronto que no me lo trago XD te adoro, ya espero con ansias ese dia.
    copiloto del capitan EO fuera
    PAZ Y AMOR
    BIE LIAO

    13 de enero de 2011 00:31

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  5. Me encanta la idea :)
    ya quiero saber cual fue el regalo de Judith xD
    exelente el capi
    espero q la sigas pronto :D

    13 de enero de 2011 04:16

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  6. hola soy una lectora nueva :) y esta es la primera vez ke comento :$ y bueno keria decir ke.... !ME ENCANTA TU NOVE¡ XD tienes una imaginación muy buena para escribir, :D me encanta la idea de meternos en la mente de Mike. ¿kien lo habria dicho? XD

    13 de enero de 2011 18:04

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  7. Woe, yo tambien quiero meterme en la mente de Michael!! xD aunque, creo que ninguna persona sabe con certeza, lo que hay en esa cavecita...

    13 de enero de 2011 19:53

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  8. aaww amé este capítulo!
    Michael es taaan.. aasshh *-*
    y ya muero por leer los demás capítulos y ver lo que piensa Michael..
    [Estoy segura que serás muy buena haciendo eso ;D]

    Un beso Judiii!
    Te quiero (LLL)

    19 de enero de 2011 04:18

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  9. ya comienzo a leer los capitulos que em quedan...que emocion

    3 de febrero de 2011 05:30

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