10 de enero de 2011

Capítulo 40.

Quiero algo especial.

Durante el trayecto a su casa no pude evitar seguir dándolo mil y una vueltas a todo; además de que el hecho de tener a Michael a mi lado hacía que me sintiera hasta culpable. ¿Y si no le conocía tan bien como yo creía? Parecía una tontería, pero siempre le había dado mucha importancia a estos pequeños detalles, que en el fondo son los que nos hacen sonreír cada día. Quería sorprenderlo. Y no sabía como hacerlo. Que frustración.
- Ummm… Al final voy a tener que plantearme muy seriamente convertirme en detective… -susurró en mi oído, apartándome inmediatamente de mis pensamientos. Retiré mi mirada de la ventana y la posé en sus ojos, tan dulces como siempre. Me derretí, automáticamente-. Así quizá podría averiguar qué pasa por tu cabeza. ¿Qué te pasa, pequeña? Llevas unos días como… Triste.
Aferré sus manos con fuerza y enarqué una ceja ante el estúpido adjetivo que había utilizado al definir mi estado. ¿Triste?
- ¿Cómo voy a estar triste teniéndote a mi lado, Mike?
- ¿De verdad que no es eso?
- Claro que no –me incliné para darle un suave beso en el cuello y me acurruqué en su pecho, como hacía siempre.
- Entonces, ¿qué ocurre?
- No es nada, no te preocupes.
- Ah, cierto. Se me olvidaba que te conocí ayer y no sé cuándo te pasa algo y cuándo no –alcé la cabeza para ver la expresión de su rostro, y no pude evitar sonreír aún más. Tenía la cabeza apoyada en el respaldo y miraba hacia el techo. Pobre, le estaba torturando.
- Vaya, ¿desde cuándo usas tanto la ironía?
- Desde que una chica rubia, y mentirosa, apareció en mi vida por sorpresa –tapó mis labios con su dedo, y continuó hablando-. Sí, mentirosa. ¿No vas a decirme lo que te pasa?
- Seguro que es un encanto de chica –acaricié su cuello con mi nariz.
- A veces la quiero mucho, pero otras me dan ganas de retroceder en el tiempo y pedirle a Jermaine que hubiera pisado más el acelerador.
- ¡¡Oye!!
- Es broma, boba –rió a carcajadas-. Qué haría yo sin ti. Pero cuéntamelo, en serio. Sea lo que sea. No me gusta verte así.
- Cuando lleguemos te lo cuento.
- ¿Prometido?
- Ahá.
Tras unos segundos intentando averiguar por mi gesto si mi promesa iba en serio, Michael entabló conversación con Sam, que llevaba callado todo el camino, escuchándonos, supongo, nuestras estúpidas, y geniales, conversaciones.
No tardamos más de media hora en llegar, y nada más hacerlo tiró de mí, como hacía siempre, y me llevó hacia el jardín.
- ¿No me dejas ni ver a tu hermana?
- No.
- ¿Ni a tu madre?
- No.
- ¿Y a Joseph? –dije, en un tono burlón.
- Mil veces no –sentenció, al tiempo que se sentaba al pie de un árbol. Estaba anocheciendo, así que el clima había refrescado. Se quitó su chaqueta y cubrió con ella mis hombros. Me miró a los ojos con seriedad, y supuse que las bromas se habían acabado.
En realidad, no era nada, no tenía por qué asustarse, y mucho menos enfadarse. Hasta me daba vergüenza contárselo…
- Habla.
- Mike, no es nada, en serio.
- Oh, estupendo.
- Sólo que llevo unos días más pensativa de lo habitual.
- ¿Y en qué piensas?
- Pues… En cosas.
- Que me influyen.
Le miré incrédula. ¿Tanto había estado alimentando su ego que tenía claro que lo que rondaba mi cabeza era directamente culpa suya?
- No me mires así, me influyen.
- ¿Cómo sabes eso? ¿Y si no va contigo la cosa?
- Me lo hubieras dicho desde el primer minuto en que pasó por tu cabeza. Te tropiezas con un bordillo y me lo cuentas. Se te quema una tostada y me lo cuentas. Sin embargo llevas días dándole vueltas a algo y no has dicho nada. Una de dos: o está relacionado conmigo, o no lo está y quieres ocultármelo por alguna razón que prefiero no pensar para no llevarme un disgusto –sonrió, convencido de que llevaba razón-. ¿Y bien?
Me quedé unos segundos observándole fijamente. ¿Cómo podía darse cuenta de absolutamente todo lo que pasaba? Nunca me cansaría de admirar, y a veces odiar como era el caso, esa capacidad suya de estar atento a todo, a cada segundo.
- Eres odioso. Mucho.
- Lo sé. ¿Y bien?
- No está relacionado contigo y prefiero no contártelo para no darte un disgusto.
- No me lo creo.
- ¿¡Por qué no!?
- Soy detective privado, ¿recuerdas? Lo sé todo.
Esta vez sí le taladré con la mirada.
- Si lo sabes todo no sé porque quieres…
- Judith –me cortó-, por favor.
- Vale, vale, vale. Si es que no es nada, Mike… Es simplemente que…
- Que.
- Pues que estamos a 26 de agosto, y…
- ¿Y?
- Y dentro de tres días…
- ¿Qué pasa?
- ¿Me quieres dejar hablar? –apretó los labios tras esconder una sonrisa, se pasó su dedo por ellos en un gesto de silencio, y me tendió la mano para que continuara. Sonreí, ampliamente-. Tu cumpleaños es dentro de tres días. Y yo, si pudiera, te bajaría la luna del cielo para ti solo. El sol no, que brillas más que él y le daría envidia –le guiñé un ojo y sonreí-. Pero como no puedo… Pues no se me ocurre nada más que pueda ofrecerte.
- ¡Uy! –Rompió su silencio-. A mí se me ocurren un montón de cosas.
- Ya, casas, coches, cuadros… Un montonazo de cosas, todas ellas fuera de mi alcance y, además, demasiado “corrientes”. Todos te van a regalar ese tipo de cosas, yo quiero ser diferente.
Hizo una mueca de desconcierto y agachó la cabeza. Después la levantó y se mordió el labio, mirándome fijamente.
- En realidad me refería a otras cosas –dijo al fin-. Lo que tú puedes regalarme no lo puede hacer nadie más… -sonrió-. ¿Sabes cuál sería un buen regalo?
- Cuál.
- Un beso.
- Eso te lo doy todos los días.
- Pero son besos de no cumpleaños; nunca me has dado un beso de cumpleaños. Sería un buen regalo.
- No seas tonto, anda, te estoy hablando en serio. Me he comido mucho la cabeza y no he llegado a ninguna conclusión.
- No, no seas tonta tú, Judi. Cualquier cosa que venga de ti, cualquiera, me hace mucha más ilusión que mil de los demás.
- No tengo nada que ofrecerte…
- No necesito nada más que lo que me das cada día.
Nos miramos a los ojos durante unos segundos. Estaba segura de que estaba siendo completamente sincero. Él no necesitaba de mí casas enormes ni coches lujosos, para eso ya estaban los demás. Pero aún así… Que no. Que no era suficiente, al menos está vez.
- Como sigas pensándolo…
- Qué –le corté-. Qué vas a hacerme. Tengo todo el derecho del mundo a pensar en lo que quiera.
- Vale –dijo alegremente-, pero tú verás si estás dispuesta a soportar las consecuencias. A muchas cosas has renunciado por temor a mis cosquillas, a mis ataques con los cojines y un largo etcétera –sonrió como sólo él sabía hacer.
- No me das ningún miedo –contesté desafiante-. No eres nada que…
No me había dado tiempo a terminar la frase cuando ya se había lanzado sobre mí. Me rodeó con su brazo derecho y me tumbó en el suelo, mientras con el izquierdo me iba matando a esas horribles y a la vez encantadoras cosquillas que siempre me hacía.
- No me hagas recordarte cuantísimo tiempo puedo seguir así.
- ¡Valeee! Para, por favor –conseguí decir entre risas-. Va a darme algo, ¡Michael!
Evidentemente, no se detuvo al instante. Siguió disfrutando de su momento de gloria mientras yo me hundía poco a poco en el infierno de las cosquillas. Cuando por fin decidió que ya me había “maltratado” bastante, me ayudó a incorporarme, siempre sonriendo.
- Si quieres tu beso de cumpleaños deberías dejar de hacer estas cosas, un día me va a dar algo.
- Sé cuando parar.
- Claro, tú lo sabes todo –le imité diciendo lo que anteriormente me había dicho él, mientras me quitaba briznas de hierba de la camiseta, y de su chaqueta.
- Ahá. Bueno, pero a lo que estábamos. En serio, no lo pienses.
- Ahora no lo estaba pensando, listo. Eres tú el que ha vuelto a ello.
- Mi mejor regalo eres tú –dijo, seriamente, mientras elevaba mi mentón y me obligaba a mirarle-. No necesito nada más. Sólo a ti.
- Y me alegro por ello –sonreí-. Pero, ¿no puedes entender que quiero hacerte algo especial?
- ¿Sabes lo que es especial? Poder recordar cada momento contigo. Tú, y nuestros recuerdos, sois el mejor regalo que tengo. Y no necesito esperar a mi cumpleaños para tenerlos. Si estás conmigo no puedo pedir nada más, pequeña.
Esta vez no dije nada. ¿Para qué? Él ya lo había dicho todo. Me acerqué a él, acariciando su rostro y dando gracias, una vez más, por tenerlo conmigo. Rocé sus labios con dulzura, esperé a que me rodeara con sus brazos y me perdí una vez más en ellos.

6 comentarios:

  1. aaaaay Michael ¬¬
    se las sabe todas no? xDD
    aaaww adoro tu historia y no sabes lo que me alegra que la continúes :)

    Gracias por tu dedicación!
    te quiero cielo (LLL)



    PD: veo que has publicado el 60 O_O ..uuu me iré a leer ya xD

    ResponderEliminar
  2. Waaaaaaaaaaaaaaa, me encanta el capitulo!!!!

    xD me voy corriendo a leer el 60!!

    ResponderEliminar
  3. SUKI DAKARA SUKI: My OnE LOvEr19 de julio de 2011, 16:34

    chica que me he quedado boca abajo de la emosion, aaaa senti a Michael como si lo estyuviera viendo en vivo, eres estupenda, pero seguila pronto que me mato de la emocion *-* ese si que es un facil y hermoso regalo pero dado con todo el corazon y alma.
    copiloto del capitan EO fuera!!!
    BESOS Y ABRAZOS
    PAZ Y AMOR
    BIE LIAO

    10 de enero de 2011 17:06

    ResponderEliminar
  4. Hola!
    nueva lectora :)
    me alegro de que ya puedas seguir con la nove
    me encanta la forma en la que escribes, en especial esos momentos entre Mike y Judi
    me encanto la parte donde el le dice q el mejor regalo de cumpleaños es tenerla a ella y q le de besos xD
    awww q lindo♥
    me rei full con lo de el detective privado xD
    super lindo el capi
    espero q la sigas pronto :)

    10 de enero de 2011 21:04

    ResponderEliminar
  5. MORÍ x______x
    Ese final Judiiii, me la hiciste vivir como si fuera yo la que estuviera ahí.. besándolo :W

    aassh! qué mas puedo decir? está perfecta!
    síguela siii? lo más pronto que puedas mujer xD!
    estaré encantada en leerte :)
    Take care!
    Un beso enorme linda!


    te quiero. (LLL)

    11 de enero de 2011 03:30

    ResponderEliminar
  6. =) =) =9 =9 =) =) =9 =9... xD I (L) IT!!

    de todas las webnovelas, y me atreveria a decir, que de todos los libros que he leido, esta historia, esta que mas me ha llegado al corazoncito... =')

    TKM

    11 de enero de 2011 16:14

    ResponderEliminar