2 de julio de 2010

Capítulo 30.

Esto va a durar mucho, ¿verdad?

Para gran sorpresa mía, Michael no se puso su ropa después de salir del agua. Yo tenía claro que no me la iba a poner, ya que estaba sucia y mojarla solo empeoraría las cosas. Pero que Michael hiciera lo mismo, me hizo entender que había adquirido una grandísima confianza en mí. Ese simple gesto me hizo sonreír durante más de 5 minutos sin parar.
- No es que no me guste verte sonreír, pero... ¿A qué viene algo tan excesivo? Llevas mucho rato haciéndolo.
- ¿No quieres que lo haga?
- Me encanta que lo hagas -se sentó y me apoyó contra él, mientras sacaba de la mochila lo que habíamos traído-. Pero estoy intrigado, ¿a qué se debe?
- ¿Y todavía lo preguntas? ¿O es que quieres que lo diga una vez más para así alimentar tu ego?
- Quiero que me lo digas una vez más -respondió al instante.
- Mi sonrisa se debe a ti. Todo se debe a ti. Mi felicidad, mi alegría... Tú eres el culpable. -le miré y sonreí. Él me abrazó con más fuerza-. Esto va a durar mucho, ¿verdad?
- Depende de lo que entiendas por mucho. Si mucho significa siempre, entonces... Sí.
Mi sonrisa se volvió aún más amplia.
Comimos y dimos de comer a la hierba.
Sí, la dimos de comer a base de tirarnos todo lo que caía en nuestras manos y que luego se pudiera recoger, porque, como bien decía Michael “no es justo que ensuciemos algo que estaba limpio cuando llegamos”. Aún me seguía asombrando la gran preocupación que tenía por todas las cosas que había en este mundo.
- Por cierto, en cuanto a mi ego... Te aseguro que está bien alimentado. Ya sabes, por eso de tener a miles de chicas gritando mi nombre... -hizo un gesto de chulería, al pasarse las manos por los hombros y sonrió.
- Creído -le saqué la lengua-. Tampoco eres para tanto, ¿eh?
- Seguramente ese sea el motivo por el que tiemblas cada vez que te beso, que no sea para tanto -volvió a repetir el mismo gesto y recibió un codazo por mi parte.
Después de comer nos tumbamos en la hierba boca arriba. Me arrastré hasta él y me coloqué en su pecho.
- Cántame algo -susurré.
- Tú me dirás... ¿Qué quieres que te cante?
- Um... -lo pensé durante unos instantes, y me incorporé mirándole, hasta que nuestros ojos chocaron-. Got to be there.
Se llevó la mano a su garganta y tosió ligeramente. A continuación entonó unas cuantas notas y sonrió.
- ... “Cause when I look in her eyes I realize I need her sharing in the world, beside me...”

Cuando abrí los ojos estaba anocheciendo. Me levanté deprisa y miré a Michael, también dormido. Sonreí al verle tan tierno. Realmente parecía un ángel.
- Mike... -le susurré al oído, para después darle un beso-. Está anocheciendo, deberíamos irnos.
Entreabrió los ojos y me miró como si no supiera quién era. Levantó la cabeza y se rascó la frente.
- ¿Eh? -dijo, finalmente.
Me eché a reír. Cuando se despertaba no era persona, al igual que yo. Tenía que pasar un buen rato hasta que volviera a ser alguien con quien poder cruzar más de dos palabras con sentido.
- Que es tarde, deberíamos irnos.
- Ah... Sí.
Se levantó y yo hice lo mismo. Recogimos las cosas en silencio y echamos un último vistazo antes de reemprender la marcha.
- Culpa tuya -dijo, tras 10 minutos caminando en silencio.
- Culpa mía, ¿el qué?
- El quedarnos dormidos; y el que vayamos a llegar a casa mañana por la mañana.
- El quedarnos dormidos lo entiendo, aunque también es un poco responsabilidad tuya. Sino tuvieras esa voz tan dulce, te aseguro que no me quedaría frita.
Se paró en seco.
- ¿Estás diciendo que mi voz aburre? Tendré que buscarme a otra que valore más mis dotes.
- Estoy diciendo que tu voz es dulce, bonita, suave; y a la vez sexy; por lo que hace que yo me olvide de todo y consiga despejar mi mente hasta sólo centrarme en esas canciones tan perfectas que cantas y...
- Vale, fin. Se acabó. Has llegado al límite del peloteo, lo siento, no puedes continuar diciendo cosas -sonrió.
Caminamos durante unos segundos en silencio, hasta que caí en la cuenta de que también me había inculpado de otra cosa.
- Oye, ¿por qué va a ser culpa mía lo otro?
- Entre los resbalones que te pegaras, el tiempo que perderás pidiéndome que te lleve a caballito y las veces que protestarás, no llegamos en 10 horas por lo menos.
Le taladré con la mirada y eché a andar más deprisa.
- Estás graciosillo hoy, ¿te has tragado un payaso o qué? Veremos quién es el lento ahora.
No tardamos demasiado tiempo en llegar, mucho menos que lo que habíamos tardado en ir, y eso que estábamos cansados. Pero cuando me tocaban mi orgullo... Una cosa es que yo supiera que era infinitamente más lenta y torpe que él y otra que se riera de mí por ello quince mil veces al día.
Entré por la puerta de la casa antes que él y me giré con un gesto de orgullo.
- Creo que he llegado antes que tú, ¿eh? Señorito “soymásrápidomáságilymásguapoquetú”.
- No he dicho que sea más guapo que tú -me saco la lengua.
- Ya, eso le digo yo -le cogí la cara y le besé, al tiempo que comenzó a sonar el teléfono.
- Vaya -sonrió-, el teléfono es capaz de sonar sin botones de por medio.
- Bobo -reí-. Yo lo cojo.
Caminé deprisa hasta el salón y dejé la mochila que llevaba en el sofá.
- ¿Si? -contesté.
- Vaya, por fin. Llevo llamando todo el día, ¿se puede saber dónde estabais?
No me costó reconocer la fría voz de Joseph, el padre de Michael. No me hacía mucha gracia hablar con él, nunca había sido muy simpático ni muy agradable conmigo, y eso que yo me esforzaba por tener una conversación con él. Pero nuestra relación se basaba simplemente en que él era el padre de la persona con la que estaba. Tampoco hacía falta ser excesivamente inteligente para darse cuenta de que no le gustaba para nada la relación que yo mantenía con Mike.
- Hemos estado todo el día fuera. Michael me enseñó un bosque que hay que aquí cerca, muy bonito, y decidimos pasar el día allí.
- Ah, vale -su indiferencia hizo que me saliera humo por las orejas-. Bueno, dile a Michael que se ponga, tengo que hablar con él. Es importante y no tengo mucho tiempo, así que dile que rapidito -respondió secamente.
No me molesté en decirle nada. Dejé el teléfono de mala manera y llamé a Michael, que apareció al instante.
- ¿Quién es?
- Tu padre. Dice que es importante.
Su gesto cambió, suspiró y se dirigió al teléfono. Decidí que era hora de darme una ducha y así despejarme un poco. No sé como lo hacía, pero Joseph conseguía ponerme de mala leche en menos tiempo que ninguna otra persona había hecho nunca.
- Judi -me llamó Michael. Me giré y observé que estaba frente al teléfono, aún sin contestar-. ¿Parecía enfadado?
Mi cara se lo dijo todo y a mí la suya, también. Una de nuestras virtudes era que sabíamos entendernos a la perfección sin necesidad de hablar. En ese momento, con sólo mirarle, presentí que nuestras vacaciones habían terminado.


_____________________


Chicas, INFINITAS GRACIAS a vosotras.
Poco a poco voy hablando con muchas de vosotras, y la verdad, sólo puedo decir eso... GRACIAS.
Me alegra muchísimo que disfruteis leyendo, tanto como yo lo hago escribiendo.
Cada mínimo comentario me saca millones y millones de sonrisas, y me hace seguir con esto :)
Un besazo enorme para todas!
Michael, you came and you change my world. L.O.V.E.

1 comentario:

  1. Haaii Gracias a tii por sacarme muchas sonrisas cada vez que leo tu novela :D !
    Eres genial con lo que haces y siguee asii porfavor ^^ !



    ------------
    Tatiana :D

    ResponderEliminar