11 de julio de 2011

Capítulo 53.

Has roto tus promesas.

Tres días después del cumpleaños de Michael, mi vida consistía en ir de la cama al sofá, del sofá al trabajo, del trabajo al sofá y del sofá a la cama. Las veinticuatro horas que tenía un día las repartía en esas tres tareas, de las cuales únicamente una me ayudaba a evadirme ligeramente de los pensamientos que a cada rato sacudían mi cabeza. Las chicas trataban de animarme como podían, aunque sabían que era inútil todo lo que intentaran hacer: el dolor solo se cura con el tiempo. Y precisamente era eso lo que parecía más eterno, el tiempo. Los segundos parecían minutos, los minutos horas, y las horas días. Jamás hubiera imaginado que un día se me iba a hacer tan largo, me sobraban horas por todas partes. No encontraba ninguna distracción lo suficientemente llamativa que consiguiera despertar mi interés.
Y, por supuesto, no tenía ninguna noticia de Michael. Aunque tampoco la esperaba. Algo me decía que había pensado seriamente en todo lo que le había dicho y había llegado a la única conclusión lógica: que yo tenía razón.
Procuraba no pensar demasiado en ello, pero cuando lo hacía me preguntaba qué habría pasado ese día con Natalie. Realmente me preguntaba muchas cosas, pero esa era la pregunta que con más frecuencia aparecía en mis pensamientos. Quizá porque de ella se derivaba todo lo demás. Que hubiera pasado algo con Natalie, significaba que Michael había decidido que era mejor así, olvidar y empezar de nuevo al lado de una persona que podía aportarle todo lo que él necesitaba. Eso también significaba que yo no era tan importante en su vida como hasta ahora me había hecho creer… Si, por el contrario, no había ocurrido nada especial con esa chica… Bueno, eso prefería no pensarlo, porque significaba que Michael me quería de verdad y que yo había decidido acabar con algo realmente importante para los dos. Y cuando, durante unos segundos, esa idea volaba en mi cabeza, me daban ganas de darme cabezazos contra la pared. Así que prefería pensar que Michael estaba feliz al lado de esa chica. Dolía más, sí, pero al menos no tenía por qué autolesionarme. Simplemente había acabado con algo que tarde o temprano tendría que acabar. Así era mejor.
La mañana del 1 de septiembre me encontraba agonizando en el sofá, comiendo 3 o 4 galletas contadas y debatiéndome entre vestirme para continuar tumbada en el sofá o quedarme con el pijama para continuar tumbada en el sofá. De momento, ganaba la segunda por goleada.
Estaba tranquilamente deprimida mirando al techo cuando sonó el timbre. Deseché por completo la idea de arrastrarme hasta la puerta para evitar poner buena cara a alguien que estaba segura no quería ver. Y estaba segura porque no quería ver a nadie. Las chicas se habían llevado llaves, perfectamente conscientes de que mi actual estado, casi vegetativo, me iba a impedir levantarme a recibirlas. Así que no, no me levantaría.
Pero volvió a sonar. Otra vez. Y después otra. Y después aporrearon la puerta. Y entonces algo superó mi depresión: los nervios. Tanta llamadita me había puesto nerviosa, así que me levanté, sin ninguna gana.
- Voy –dije lo suficientemente alto para que me oyeran.
Pero llamaron otra vez.
- ¡Que voy! La paciencia es la madre de la ciencia –dije, mientras había la puerta.
- Has roto tus promesas –fue todo lo que dijo. Mi cara cambió por completo al ver el rostro cansado de Kate. No lo esperaba, por supuesto, pero fue más la impresión que me causó verla así lo que hizo que me embriagara una extraña sensación de malestar.
- No te esperaba por aquí… -fue todo lo que logré decir.
- Por supuesto que no, tú ya te has lavado las manos –la miré sin entender. Parecía enfadada, y eso no me gustaba nada. No me agradaba la idea de tener que rememorar todo otra vez pero tampoco quería que pensara que “me había lavado las manos”, como había dicho.
- Pasa, por favor.
Atravesó el umbral y cerré la puerta, mientras observaba cómo miraba de un lado a otro. Imaginé que Michael le había hablado de mi casa y sonreí al ver como Kate comprobaba que todo era tal cual lo había descrito Michael; era increíble la capacidad de observación que tenía y cómo podía describirlo todo tal cual era.
De pronto una pregunta me vino a la cabeza. Y quise detenerla, pero no pude. Allí estaba, aporreando la puerta de salida, esperando a que la diera la opción de aparecer. Así que no me aguanté.
- ¿Cómo está Michael?
Kate se giró y me miró. El enfado se había esfumado de su cara y ahora sólo conservaba esa expresión de cansancio a la que me tenía acostumbrada.
- No he venido para hablar de Michael. Si quieres saber eso, deberías preguntarle a él –se acercó al sofá y se sentó. Así que no sólo había venido a perturbar mi aburrida calma, sino que encima no me iba a dar ninguna información de él. Genial.
- Perdona el desorden, es que he estado…
- Mal –me cortó-. Has estado y estás mal, no hay más que verte. Tienes ojeras y sigues en pijama –pronunció estas palabras como una auténtica madre preocupada por sus hijos-. ¿Dónde ha quedado la vitalidad que siempre has exhibido? Espera, no contestes, se la llevaron las palabras que pronunciaste hace tres días, ¿verdad?
- Kate, yo…
- Escucha, querida. No vengo a convencerte de que vuelvas con mi hijo, esa es cosa tuya y cosa suya. Vengo a hablarte de ti. De lo que eres y de lo que has representado durante este tiempo, no solo para Michael, sino para todos. Y es algo que tú deberías saber, pero por alguna extraña razón lo has olvidado. Sólo quiero que me escuches –apoyó la mano en el sitio contiguo a donde estaba sentada, invitándome a que la acompañara en el sofá. Así que lo hice-. Te dije que no tenías que considerarte inferior a nadie, y no me hiciste caso. Lo primero que tienes que saber es que no debes compararte con nadie, porque todos somos diferentes. Natalie ha tenido la suerte, o la desgracia, de nacer en una familia bien posicionada, y eso la permite tener ciertas ventajas en el mundo, pero desde luego no significa que sea más que tú, ni que nadie. Deberías dejar de pensar que los demás esperamos algo más de ti, porque eso no es así. Tú eres como eres y así te queremos todos; creo que el problema está en que eres tú la primera que no te aceptas y que esperas algo más. Eres una buena persona y quieres a mi hijo, es todo lo que quiero saber de ti y estoy convencida de ello. Y tú deberías saber que esas dos cosas son suficientes para todos, pero sobre todo para Michael –bajé la cabeza, no soportaba oír todo aquello-. Lo único que saco de todo esto es que has roto tu promesa de estar a su lado.
- No, Kate –reaccioné, con lágrimas brotando de mis ojos-. Jamás hubiera hecho eso si no lo hubiera considerado necesario. Yo quiero a Michael muchísimo, pero creo que lo mejor es dejar las cosas así, tal y como están. Y ahora escúchame tú a mí, por favor… Cuando le vi con Natalie y después, cuando discutimos, la única sensación que había en mí es que yo sobraba en todo aquello, y de repente todo encajó. Michael puede llegar a ser muy feliz con esa chica, más de lo que es conmigo, porque tarde o temprano las diferencias que existen entre su realidad y la mía se harán más notables.
- Cariño, todas las parejas tienen cosas opuestas.
- No de este tipo. No hablo de gustos dispares o de pensamientos diferentes, hablo de mundos completamente distintos –sentencié con las mismas palabras que había sentenciado días antes y que tanto me había hartado de repetir.
- ¿Crees que el no ser alguien reconocido mundialmente puede afectar a vuestra relación? Porque eso no es cierto, y te diré una sola razón, pero hay muchas: la calma que tú le aportas no se la puede dar nadie.
No podía negar aquello, pero eso no era suficiente.
- Te dije que haría todo lo posible para que Michael estuviera bien –bajé de nuevo la mirada-. Pienso que lo correcto es alejarme de él, en unos meses ni se acordara de mi nombre y todo estará bien. Conmigo no puede ser feliz, Kate. Y ojalá fuera distinto… Pero no lo es.
Permanecimos unos segundos en silencio y atrapé las lágrimas que seguían cayendo por mi rostro.
- Te estás equivocando con todo esto, Judith. Estás muy equivocada, y espero que cuando te des cuenta no sea tarde –presionó suavemente mi mano y se levantó-. Michael no sabe que he estado aquí –la miré, suplicándola sin querer con la mirada que me convenciera de volver al lado de su hijo. Comencé a llorar de nuevo y sostuve mi cabeza entre las manos. Si era lo correcto, ¿por qué me dolía tanto? ¿Y por qué tenía una sensación tan horrible en mí? Se agachó y me dio un tierno beso en la frente-. Cuídate.
Y se marchó, dejándome otra vez sumida en la nada.

5 comentarios:

  1. Me encantaaaaa!!!!
    Me gustan estos momentos de sufrimiento donde la protagonista se da cuenta de lo que siente peor MJ.
    Cuando puedas continua.

    ResponderEliminar
  2. ¡Jolín!

    La novela está superbien, estoy contentísima de que hayas vuelto a escrbir lo echaba de menos aunque sean unos capítulos un tanto tristes...

    La verdad espero que todo te haya ido bien en los estudios! que claramente es lo más importante

    y judith te agradezco infinitamente que no dejes esta novela, ya que mucha gente después de un tiempo deja de escrbirla porque se harta o porque no tienen imaginación y eso es algo que no me gusta, que se abandonen...

    Por eso te doy las gracias, no lo dejes de lado porque tienes talento y me encanta como escribes.

    Y ojalá todo se arregle entre michael y judith, estar separados no nos hace bien a ninguno

    Estoy contentísima!!!!


    Un besazo enoorme!!

    ResponderEliminar
  3. Judiiii!

    ME FASCINA que subas capítulo tan seguido! Me tienes más que atrapada aquí.

    Qué te puedo decir? Este capítulo ha sido tan doloroso pero bonito, pero por favor... que no se separen para siempre. Yo adoro a esta pareja, son tan monos *-* !

    Me gusta muchísimo como escribes, lo sabes! Tu manera de narrar es concreta, simple y hermosa.

    Un beso enorme para ti!
    Te quieeeero C:

    Tati.

    ResponderEliminar
  4. Hola, hace tiempo que vengo siguiendo tu novela, pero no me había animado a dar mi opinión. Qué bueno que volviste a escribir. Tu novela es super buena, escibes muy bonito, te felicito. Pero porfavor, tal como dice Sara, no dejes de escribir, porque hay algunas que dejan de hacerlo y eso no me gusta.

    Un saludo y sigue!!

    Victoria

    ResponderEliminar
  5. Que angustiaaaaaaaaaaa!!! este capítulo me dejó deshecha, no quiero que la relación de ellos se acabe =( ... Bueno, vuelo a leer el siguiente capi.

    Anita

    ResponderEliminar