21 de julio de 2011

Capítulo 56.

Lo llena todo.

Caminé deprisa, tal vez creyendo que evitaría lo que, estaba segura, iba a pasar. No quería verlo y sobre todo no quería tenerlo cerca. No quería ver sus ojos ni quería escuchar su voz. Así que por eso caminé deprisa. Por eso huí.
Pero no, no lo evité. ¿Cómo hacerlo? Michael nos superaba a cualquiera, siempre iba un paso por delante. Con lo cual…
Antes de que me diera tiempo a abrir la puerta del baño alguien sujetó mi mano desde atrás, impidiéndome avanzar. Ese alguien tenía nombre y apellidos. E hizo exactamente lo que sabía que iba a hacer.
No me giré, en un nuevo intento por ignorarle.
- Judith –dijo desde atrás. Adiviné que se encontraba a apenas un paso de mí y que si me giraba quedaríamos el uno frente al otro. Así que continué mirando el baño al que me había impedido llegar, suplicando que se marchara. Pero no lo hizo-. Mírame, por favor.
Yo tampoco hice eso. Y entonces fue él quien se colocó frente a mí, sin soltar aún mi mano.
- Hola –dije al fin, con la voz temblorosa, para variar. Estúpidos nervios, estúpido restaurante y estúpido Michael. Y por extensión, estúpido amor.
- ¿Qué haces aquí? –preguntó confuso-.  ¿Y la guardería?
- Tuvieron que cerrarla –acerté a decir.
- Vaya… -bajó la cabeza y contempló nuestras manos aún unidas-. Cuánto tiempo –susurró mientras me miraba de nuevo.
Solté mi mano de la suya y miré hacia otro lado.
- Tengo que volver al trabajo.
Traté de darme la vuelta pero me sostuvo por la cintura antes de que hiciera intención. ¿Dónde había ganado tanta seguridad? El Michael que vi por primera vez no hubiera sido capaz ni de venir tras de mí.
- ¿Ni siquiera quieres preguntarme cómo estoy?
Qué tontería. Claro que quería. Y también quería abrazarle. Y cientos de cosas más.
- Esto… Sí. ¿Cómo estás?
Hizo una mueca.
- Bien, gracias. ¿Y tú?
- Bien… -lamenté que no sonora muy creíble y cerré los ojos un segundo, hecho que confirmó que mi “bien” no era una verdad. Estúpida.
- ¿Seguro? –se acercó aún más a mí y colocó su otra mano en mi cintura también. Tuve que recordarme que había que respirar.
- Sí, y… Tengo que volver fuera. Me alegro de que todo vaya bien.
Bajé la cabeza pero él sujetó mi mentón y me obligó a mirarle. Estaba a menos de 5 centímetros de mí. Acarició mi mejilla y comenzó a acercarse más. Con cautela. Con lentitud. Pero seguro de lo que hacía. Y seguro de que yo no podía frenarle. Acarició mis labios con los suyos sin llegar a convertirlo en un beso y comencé a volverme loca.
- Mike, por favor… -me aparté de él lo justo para no sentir su respiración acelerada sobre mí.
- Mis sentimientos no han cambiado… -susurró.
- Mi opinión respecto a esto tampoco –dije, tajante. Me zafé de sus brazos y me di la vuelta, pero a los dos pasos ya le tenía delante de mí de nuevo-. Michael, para ya. Tengo que irme.
- No seas cría –me espetó, medio sonriendo-. Esto es una ridiculez, es evidente que no estás bien y sin embargo te empeñas en acabar con todo.
- ¿Y tú qué sabes si estoy bien o no? –pregunté casi indignada.
- ¿Vas a decirme ahora que sí lo estás?
- No, no voy a decirte nada porque me voy – traté de avanzar pero me lo impidió de nuevo. Le taladré con la mirada, como hacía tiempo que no hacía, y para mi sorpresa rió-. ¿Te resulta gracioso esto?
- No voy a dejarte ir hasta que no hablemos.
- Está todo hablado, absolutamente todo.
- No, Judith, primero tenemos…
- Vale ya, Michael –le corté-. Sé que no eres capaz de entenderlo, pero tengo obligaciones y responsabilidades que cumplir, así que basta ya. Y no tengas el valor de decirme que soy una cría cuando eres tú el que te comportas constantemente como tal –observé su expresión y me arrepentí al instante de lo que dije. Cerré los ojos de nuevo y suspiré-. Lo siento, no quiero discutir… Tengo que irme. De verdad me alegro de que todo vaya bien. Cuídate.
Y salí disparada, completamente convencida de que esta vez no iba a seguirme.
- ¿Se puede saber dónde estabas? –Tom me agarró del brazo nada más salir del cuarto y me llevó hasta la cocina-. ¿Tú sabes el lío que hay ahí fuera montado? Necesitamos doblar el personal y no que de repente empecéis a desaparecer –me sacó fuera de nuevo y comprobé que el restaurante se había llenado del todo.
- Sí, lo siento, es que me encontraba un poco mareada de repente –logré decir. Mareada, y confundida, y enfadada conmigo misma y con Michael. Una de las cenas más importantes del año se estaba celebrando en mi lugar de trabajo, lo que implicaba que yo tenía que estar al 100% para ofrecer lo mejor de mí misma, y sin embargo era incapaz de concentrarme. ¿Cuántas veces había utilizado ya el adjetivo “estúpida”? Joder, que estúpida era-. Lo siento, de verdad. No volverá a ocurrir.
- Eso espero. No hagas que nos arrepintamos de haber confiado en ti a pesar de tu juventud. Actúa como tú sabes.
En ese momento salió Michael del lugar donde instantes antes había salido yo y pude apreciar el desconcierto en la cara de Tom, que repentinamente se recuperó de éste y se acercó hasta Michael.
- ¡Señorito Jackson! –exclamó, apreciablemente entusiasmado-. Espero que esté todo a su gusto, le acompaño hasta su mesa.
Ambos me dirigieron una última mirada. Aunque cargadas con un significado completamente distinto.
- ¡Échame una mano con la mesa 17, acaban de llegar! –Nico pasó como una bala a mi lado y aprecié el tono de súplica en su voz, así que con media sonrisa me dirigí hacia la mesa que me había indicado.
Sorprendentemente no conocía a nadie de los que se encontraban allí sentados, por lo que imaginé que se trataban de los ricachones de los que me habían hablado antes. Eran un grupo de cinco hombres, de unos treinta o treinta y cinco años cada uno.
- Buenas noches caballeros –sonreí educadamente-. ¿Qué desean tomar?
Los cinco hicieron gala de sus buenos modales y entre alguna broma anoté lo que me habían ido diciendo. Parecían de muy buen humor y yo agradecí que no me hubiera tocado una mesa llena de divas y divos con la fama subida más allá de la cabeza.
- En pocos minutos les traeré todo lo que han pedido. Que disfruten –sonreí de nuevo.
- ¡Disculpa! –oí a los escasos segundos, cuando ya me estaba dirigiendo hacia la cocina. Me di la vuelta y me choqué de frente contra uno de los hombres a los que había atendido.
- Perdone, lo siento mucho –dije tímidamente. Qué vergüenza. Ya lo que me faltaba. Molestar a los clientes.
- Tranquila, no ha sido nada. Y por favor, no me llames de usted, me haces sentir viejo. Es como si de repente me dirigiera a ti por usted, cuando estoy convencido de que no superas los veinticinco años –sonrió-. ¿Me equivoco?
Entreabrí los labios con la intención de responder pero lo único que pude hacer fue reírme. ¿Qué se supone que estaba haciendo aquel hombre?
- Lo siento, ni siquiera me he presentado. Me llamo Edward. Un nombre un tanto antiguo, lo sé, no va acorde conmigo, créeme –me guiñó un ojo y mi incredulidad aumentó por mil. Reí de nuevo y agaché la cabeza. Ni siquiera sabía qué decir-. ¿Y tú? ¿Es mucha molestia que me digas tu nombre?
- Ninguna –respondí al instante-. Me llamo Judith. Y Edward me parece un nombre bonito, la verdad –dicho esto sonrió ampliamente. Caray, que hombre más guapo.
- Encantado, entonces. Y perdona, no quería entretenerte.
- Igualmente, y no te preocupes, para eso estoy, para atenderos –sonreí-. Pero la próxima vez no te molestes en levantarte de la mesa, no es necesario. Dime, ¿qué es lo querías?
- Sólo hacerme ver. Quizá al final de la noche tengas a un hombre esperándote. Espero que no te resulte muy viejo.
Me guiñó otro ojo y volvió a su mesa.
Pues estupendo, justo lo que necesitaba ahora. Más distracciones.
Me giré dispuesta a llegar a la cocina de una vez por todas pero dos ojos negros se interpusieron en mi camino. Y no, no estaban en frente de mí. Ni siquiera se encontraban cerca. Pero no importaba a la distancia a la que estuvieran: lo llenaban todo. Es como si no hubiera nada más en la sala.
Michael me miraba de aquella forma tan… Diferente. Como nunca me había mirado. No acerté a adivinar la expresión de su rostro, pero imaginé que aun en la distancia había estado atento a la conversación que había mantenido con el atractivo Edward. Y que no le había gustado nada. Sobre todo aquel extraño y desconcertante guiño de ojos.
Ignoré como pude su presencia y llegué hasta la cocina casi rezando por haberlo conseguido. En menos de 10 minutos estaba llevando la cena a Edward y a sus acompañantes, que no dudaron en mirarme de arriba a abajo a pesar de ser demasiado evidente que lo estaban haciendo. También tuve que ignorar esto y desearles una buena cena a todos, bajo la atenta mirada de Edward, de sus acompañantes… Y de Michael.
¿Pero es que no podía trabajar a gusto sin que 10 ojos tuvieran su entretenimiento en mí?
- ¿Cómo vas? –Angie me sacó de mis pensamientos.
- Bueno… Tom me ha echado una especie de mini bronca, mi ex novio está por aquí, y está intentando ligar conmigo un treintañero guapísimo que se encuentra sentado a sólo una mesa de separación de mi ex. Por lo demás… Bien. ¿Y tú? –sonreí como pude y canalicé mis nervios bajó un inmenso suspiro.
- Mi noche no está siendo tan emocionante como la tuya, ni mucho menos –rió Angie-. Pero bueno, ¿quién es tu ex? ¿Y el treintañero? –me dio varios codazos y ambas reímos.
- Chicas, la mesa 8 y la mesa 15 quieren pedir otra tanda de raciones –nos dijo Tom, apareciendo de la nada-. Me lo acaban de decir y les he dicho que en seguida irían a anotárselo. Yo tengo que atender a un cliente importante amigo íntimo del jefazo.
Angie asintió y se dirigió hacia la mesa 8 sin darme tiempo a reaccionar.
Ah, no. No, no, no y no. No. Mil veces no.
Corrí tras ella y la agarré del brazo, sintiendo como todos los ojos de la mesa 15 estaban puestos en mí. Una vez más.
- Angie, ve tú a la 15, por favor.
- ¿Por qué? –me miró sin entender. Me mordí el labio izquierdo y la rogué con la mirada que me hiciera caso-. Ah, vale, situaciones incómodas. No te preocupes. Voy yo.
Sonreí satisfecha.
- ¡Un momento! –exclamó de pronto, reclamando mi atención de nuevo-. En la mesa 15 no hay treintañeros. No me digas que…
Me miró con la boca abierta y asentí. Di la vuelta, caminé deprisa y puse buena cara una vez más para atender a los que se encontraban sentados en la mesa que me habían asignado, dando gracias internamente por no tener que enfrentarme a los únicos ojos que realmente me importaban…

7 comentarios:

  1. Aww hermoso capitulo me encanto, encerio, oye perdon por no haber podido comentar antes pero, tube unos problemas con blogger, sigo tu novela desde hace un poco pero pero bueno ya termine de leer tu historia y me encanta, espero que la sigas pronto, por sierto me gustaria saber si quiesieras leer mis historias;

    La Enfermera De Mi Corazón:
    http://sandy-jackson-michael-jackson.blogspot.com/

    No Dejes Que Mi Corazón Muera:
    http://no-dejes-que-mi-corazon-muera.blogspot.com/

    Dreaming Of You:
    http://dreaming-of-you-mj.blogspot.com/

    para mi seria muy importante que las leyeras, bueno cuidate besos y porfavor publica pronto xD

    +T.K.M.+

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  2. Judi ! ay! ay!, me estoy muriendo en este preciso instanteeeeeeeeeeeeeee! el capitulo ha estado buenísimo!, aaaaaaaaaaaaaw. Moriré si no sigues pronto. Tu novela se ha convertido en mi mayor adicción! dios!, quiero saber más!
    Y Edward!, aww! y Michael mirando!!!!!!!!!!!!!!!!!!!! aaaaaaaaaaaaaaah, me encanta tu novelaaaa!, sabes lo que más me gusta?, que Judi no es la típica chica indefensa que ve a Michael como su salvador ni nada de eso. NO!, Judi tiene carácter !
    Liberian, por favor actualiza lo más pronto que puedas!

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  3. Si me muero es por tu culpa.

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  4. Me sumo como lectora ;) El trama es genial, leei la nove hasta hoy & me facino... Con ansias por seguir leyendo! Estoy reee metida con la historia. Genial el capitulo de hoy, me encanto, toda esa tension & las miradas de Michael... AAAAAA, quiero seguir leyendo, actualiza pronto. Besos, cuidate.

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  5. Judiiiii por finnn....me lei todos los capitulos de julio en dos segundos...jajaj que buenos capitulos me encantaron...no puedo esperar a leer los siguientes...Gracias hermosa segui asi

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  6. continúa muy pronto judith :)
    está super interesante!
    Un beso (:
    Paola♥

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  7. Nooooooooooooo!!!!!
    Por Dios, estos capítulos están buenísimos y emocionantes!! Me encantan. Pero, sigue mujer! no pares por favor, mira que a esta alturas terminaré comiéndome los dedos porque ya no tengo uñas!!

    un saludo, de una histérica lectora.

    Vicky

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