12 de agosto de 2011

Capítulo 61.

Confío en ti.

- ¿Has metido suficientes pantalones? Que te conozco, luego quieres ponerte ocho al día.
- Sí, mamá Marina, he metido alrededor de tres millones.
- ¿Y chaquetas?
- Que chaquetas ni que leches, jerséis es lo que tiene que meter, que allí es invierno.
- Allí es invierno igual que aquí –respondí exhausta tras la revisión de ropa de mis tres amigas-. Y sí, he metido chaquetas y jerséis.
- ¿Y calzado de invierno? –oí al fondo, acompañado de una leve risa.
Me giré para observar a Michael tumbado en el sofá jugueteando con un libro.
- Tú también no, por favor –supliqué.
Se levantó al instante y caminó hacia nosotras.
- Chicas, siento interrumpir vuestra intervención, pero tenemos que irnos o perderá el avión y dará igual lo que haya metido en la maleta.
- Sólo espero que lleves todo y no tengas que llamarnos desesperadas, porque yo no voy a ir a llevarte nada –sentención Nana.
- Descuida que si me falta algo lo último que haré será llamarte.
La asesiné con la mirada y cogí la maleta, tambaleándome por el peso de ésta. Michael rió y se acercó hasta mí.
- Déjame, anda, no quiero que llegues lesionada.
- Tú tampoco es que tengas una gran fuerza… -comenté al tiempo que me cruzaba de brazos, mientras veía cómo Michael levantaba la maleta sin un gran esfuerzo y con el equilibrio y la compostura en perfecto estado.
- Más que tú, como todos hemos podido apreciar.
Me sacó la lengua y caminó hasta la puerta, dejándonos, supuse, algo de intimidad para despedirnos.
- Bueno… -comencé a decir.
- Siempre he odiado esto.
- Y yo.
- Yo también.
- Idem –concluyó Nana.
- Entonces cuanto antes mejor. En pocos días me tendréis aquí de nuevo.
- Te vamos a echar de menos, pero tampoco mucho… -sonrió Marina.
Las cuatro nos abrazamos como acostumbrábamos a hacer y tragué saliva para ocultar el nudo en la garganta. Llevaba sin separarme de ellas mucho tiempo y podía imaginar lo mucho que iba a echar de menos la convivencia con mis tres ángeles.
- Cuidaros mucho, ¿vale? –Sonreí mientras caminaba hacia la puerta-. Os quiero, pero poco.
- ¡Nosotras a ti casi nada también! –Exclamó Marina.
Eché un último vistazo a la casa y salí al portal, donde me esperaba Michael, que en seguida sostuvo mi mano.
- ¿Has bajado ya la maleta?
- Con una rapidez admirable, ¿verdad? Hasta yo me he asombrado.
Sonreí.
- ¿Estás bien?
- Sí, sólo que me resulta raro que después de 16 años juntas nos vayan a separar tantísimos kilómetros.
- Sólo serán unos días. Y te vendrán muy bien, ya lo verás.
Le mostré otra sonrisa, completamente segura de que necesitaba verla, y bajamos las escaleras en silencio.
- ¿Estás nerviosa? –Preguntó al entrar en el coche-. Llevas mucho tiempo sin ver a mucha gente.
- Estoy nerviosa, sí. Pero sobre todo estoy ansiosa. Tengo ganas, ganas y ganas de ver a todo el mundo. Ganas de tomarme un café en mi bar favorito, ganas de pasear por mi pueblo… Tengo muchas ganas, Michael, no te imaginas cuántas.
Me abrazó con dulzura y me dio un suave beso en la frente. De inmediato me di cuenta que aún no había hablado con él e imaginé que jamás encontraría el momento adecuado, así que decidí dejar de buscarle y limitarme a decírselo ahora que había vuelto a recordarlo.
- Esto, Michael… Respecto a la elección…
- No pasa nada.
Le miré estupefacta.
- ¿Qué?
- Que no pasa nada, no importa.
- Aún no te he dicho lo que he pensado…
- Olvidas un pequeño detalle.
- ¿Cuál?
- Que te conozco muy bien.
Permanecí callada ante su atenta mirada y forzó una tímida sonrisa.
- Si hubieras querido llevarme contigo me lo hubieras dicho desde un primer momento.
- Michael, escucha…
- No tienes que disculparte.
- Pero sí explicártelo.
- Puedes explicarme lo que quieras, pero borra esa cara, por favor. Parece que has matado a alguien y no estás haciendo nada malo, ¿vale? Ten claro eso.
- Michael, me encantaría que te vinieras conmigo a cualquier parte, de verdad. Sabes que cualquier lugar para mí es el doble de perfecto si estás tú conmigo, pero esto… Esto es diferente. Necesito abrazar a mucha gente, necesito conversar durante horas con mucha gente… Y quiero que conozcas todo lo que forma parte de mi mundo, pero creo que ahora no es el momento.
- Lo entiendo.
- ¿De verdad?
- Sí. Todo lo que me has dicho lo entiendo.
Suspiré y me abracé con fuerza a él.
- ¿Hay algo más? –Preguntó de pronto. Le miré confusa y aferró mis manos-. Aparte de todo eso, ¿hay alguna razón más por la que no quieras que vaya?
- Creo… -traté de encontrar las palabras adecuadas-. Creo que necesito un poco de soledad, porque me gusta disfrutar de ella, de los momentos que te proporciona el estar uno consigo mismo, sin nadie más. Puede que tú no te des cuenta, pero mi vida ha cambiado radicalmente en apenas un año. No sé si he sido consciente de todos los cambios que se han producido en muy poco tiempo, de todos los asuntos en los que he estado involucrada, de la cantidad de movimiento que ha habido en mi vida. Necesito tranquilidad, paz, calma. Y tú me aportas todo eso, pero ahora… Ahora lo necesito yo sola.
- ¿Cambiará algo cuando vuelvas? –Interrogó a los pocos segundos.
- Absolutamente nada.
Bajó la cabeza y esta vez suspiró él.
- Me da un poco de miedo todo lo que acabas de decir, la verdad –sonrió por pura incomodidad y sujeté su rostro, que había cambiado completamente de expresión-. ¿Y si cuando vuelvas te das cuenta de que estás mejor sin mí?
- No contemplo esa posibilidad. De hecho, no existe esa posibilidad, créeme.
- Has estado dos meses sin mí.
- Tú mismo dijiste ayer que eso no era vivir, era subsistir como malamente podía –sonreí, pero él no lo hizo-. Te quiero y es algo que no va a cambiar.
- Eso no lo sabes.
- Sí, sí lo sé. Confía en mí.
Busqué sus labios y les presioné con dulzura.
- ¿Confías en mí?
- ¿Cómo voy a hacerlo si ni siquiera tú misma confías en que esto vaya a durar? –replicó de pronto-. Recuerda tu teoría acerca de las relaciones. ¿Y qué pasará cuando veas a un montón de chicos por los que anteriormente has sentido algo?
Continué mirando su semblante serio mientras me daba cuenta de que todo lo que decía tenía bastante sentido. ¿Cómo va a confiar en mí si hace apenas dos días le dije que era yo quien no confiaba en las relaciones? Y ahora le estaba diciendo que quería irme unos días sin él. Había metido la pata hasta el fondo, hasta el más profundo y maloliente hoyo que existía en la tierra.
- Está bien, perdona. ¿Sabes qué? Esto es una tontería. Mejor no voy a España –dije completamente sincera. Si él no iba a estar bien, desde luego yo no quería ir.
Levantó la cabeza y me miró con expresión de reproche.
- Es mi regalo de cumpleaños.
- Me estás regalando algo que no sólo no vas a poder disfrutar conmigo, sino que además te va a alejar de mí. ¿Quieres eso?
- Quiero que seas feliz –contestó con seguridad.
- ¿Y cómo voy a ser feliz dejándote aquí así?
- Estaré bien.
- No te creo.
- Confía en mí –exhibió una tímida sonrisa y volvió a sujetar mis manos-. De verdad quiero que vayas.
- Haberlo pensado antes de haberme hecho sentir un ser horrible.
Me incliné para avisar a Sam de que diera media vuelta pero sujetó mi cintura y me obligó a recostarme de nuevo contra el asiento.
- Lo siento. Quiero que vayas y disfrutes, con o sin mí. Pero con una condición… -ignoré su petición y traté de levantarme de nuevo con el mismo propósito que antes, pero también fue inútil-. Que me llames todas las noches.
- ¿Esa es tu única condición?
- Sí.
Miré al frente y debatí conmigo misma esa posibilidad. Seguía sin estar segura de que Michael fuera a estar bien, y eso, como siempre, era lo primordial para mí.
- No voy a dejar que te quedes –susurró a los pocos segundos, haciendo que finalmente sonriera.
- ¿Confías en mí?
- Confío en ti.
- Prométemelo.
- Por lo que quieras.
- Por nosotros.
Sonrió.
- Prometido.
Sostuvo mi cara y me besó con fuerza. Después me apoyé en su hombro, mantenido un tranquilo silencio. A los pocos minutos llegamos al aeropuerto. Michael hizo intención de salir, pero se lo impedí al instante.
- Ni se te ocurra. No quiero quedarme sin novio –le acaricié la cara y sonrió-. Al menos de momento…
Abrió la boca y se la cerré con un suave beso.
- No digas eso ni en broma.
- ¿Quién te ha dicho que era una broma?
- Judith…
- Vale. Miedica.
- Me lo has pegado.
Le saqué la lengua y me devolvió el gesto.
- Voy a echarte de menos…
- Y yo a ti, Mike. Mucho. Pero nos veremos en poco tiempo, de verdad.
Observé por el cristal como Sam había bajado ya la maleta y me dispuse a salir.
- Cuídate mucho, mucho, muchísimo. Voy a estar aquí antes de que te dé tiempo a echarme de menos, ya lo verás.
- Disfruta, es lo único que tienes que hacer.
- Te quiero. Muchísimo.
- Y yo a ti, pequeña.
Le di un último beso convencida de que a ninguno nos supo a despedida. Tan sólo serían unos pocos días hasta volvernos a ver y no perderíamos el contacto por nada del mundo.
- No olvides lo mucho que te quiero –susurré antes de cerrar la puerta.
- No olvides que te estaré esperando.
Ambos sonreímos y nos miramos fijamente durante un par de segundos, reteniendo en la memoria ese último instante.
Cerré la puerta del coche y me dirigí hacia mi destino, teniendo claro que, a pesar de la dolorosa distancia que estaba poniendo entre ambos, estaba haciendo lo correcto. Necesitaba ese tiempo para mí, para rememorar todas las cosas que había amado toda mi vida. Aún no era el momento de que Michael fuera partícipe de ellas; primero debía disfrutarlas yo de nuevo.
Pocos minutos antes de despegar aún tenía esa extraña sensación que le embriaga a uno cuando sabe que está a punto de separarse de la persona que quiere durante algún tiempo. Ya sean unos días o unos meses, siempre sientes que un pequeño cacho de ti se queda en el lugar de esa persona.
Los últimos pensamientos que recuerdo antes de quedarme dormida en el avión giraban en torno a esa otra sensación mucho más placentera: la de quien está completamente seguro de que no olvidará toda esa magia que comparte con alguien, y no importa cuántos kilómetros haya de por medio.

6 comentarios:

  1. Me encantaaa *_____*
    Pobre Mike. Esta preocupado por que Judith vea a sus antiguos amores XD
    Esta nove como mola se merece una olaa!!! Wepaa!!
    Ok,dejo de divagar.
    Ojala sigas pronto!! Muchos besitos!

    ResponderEliminar
  2. que pena que Mike no vaya... pero bueno... yo tambiénlo haga poi uno lleva un montón de años sin ver su pais, familia, amigos... es normal. Espero que no pase nada raro XD sigue así ;)
    Un abrazo y besos.

    ResponderEliminar
  3. ME ENCANTA LIBERIAN !
    uuuuuuuuuuuuuf !, que ira a pasar en España?!, antiguos novios tal vez? aaaaaaaaaaaaaaah! ya quiero leer !
    Este capi ha sido tan lindo **
    Liberian, adoro que publiques tan rapido! espero que puedas subir capi mañana :)
    Besos!

    ResponderEliminar
  4. Ha sido un capírulo bonito.Y el final muy triste.Porque yo me separé de la persona que más amo en este mundo y sentí eso y me lo recordaste.Pero volverlo a ver fue hermoso.

    ResponderEliminar
  5. Judii:) Una pena que no vaya con mike, pero bueno, es decisión suya, y sus motivos tendría, supongo.
    Espero muy pronto la conti! Un beso enormee!
    Paola♥

    ResponderEliminar
  6. Dios! Me ha encantado!

    Es hermoso! Y es una lastima que Michael no vaya, pero Judith necesita su tiempo sola, y a los dos les vendra muy bien pasar un tiempo separados.

    Me ha encantado como siempre! Ya lo sabes.

    Y mil perdones si he dejado de comentar ultimamente, pero me he hecho un tiempo para ponerme al corriente y comentar.

    Un abrazo enorme! Sigue pronto!

    ResponderEliminar