28 de junio de 2010

Capítulo 27.

SuperMichael.

Resultó que lo de Isa sí era urgente. Hacía unas horas había discutido con Fran, su novio, y la pobre estaba destrozada. Se querían muchísimo, pero muchas veces no se ponían de acuerdo en cosas que realmente eran importantes y entonces en su casa se desencadenaba la Tercera Guerra Mundial.
Yo la adoraba y no podía permitir que nada la hiciera daño; aunque intentar ayudarla significara posponer el incendio que se había preparado en el sofá...
Mientras hablaba con ella, Michael dio mil quinientas cincuenta y nueve vueltas. Se sentó, se tumbó, me miró con cara de desesperación, se tiró al suelo, me lanzó cojines, se puso su camiseta, se la volvió a quitar, se acercó hasta mí, me tapó los oídos para que no escuchara... Una infinidad de cosas que me hicieron comprender que a él tampoco le había sentado muy bien esta llamada telefónica.
Finalmente, a las dos horas y pico, me despedí de ella recordándola que para cualquier cosa, me llamara. Recé porque no lo hiciera en otro momento como el de antes.
Cuando colgué, Michael había abandonado el salón. Suspiré, más bien, gruñí, y me encaminé a la cocina, imaginando que estaría allí. Y en efecto, estaba sacando dos platos del fregadero y un par de cubiertos.
- ¿Lo ha dejado con Fran? -preguntó.
- No, sólo han discutido. Pero estaba verdaderamente mal -me acerqué hasta el mueble y saqué una cazuela para empezar a hacer los spaguettis-. ¿Te has divertido, verdad? -sonreí.
- No sabes cuanto... -se apreciaba el tono de aburrimiento en su voz y recordé todas las cosas que había hecho para intentar entretenerse mientras yo hablaba con Isa. Caminé hacia él y le rodeé.
- Te recuerdo que tenemos toda la noche para nosotros... -besé dulcemente sus labios y su aroma me embriagó por completo una vez más. Sólo de pensar que volvería a tenerle de esa manera hizo que todo comenzara a dar vueltas de nuevo.
- Em... Mientras me lo estaba pasando tan tan bien tirado en el sofá viendo como nuestro momento se hacía pedazos... Pensé que mañana podríamos ir a dar un paseo a una especie de bosque que hay aquí cerca. Te hablé de él, ¿te acuerdas? -asentí, sin comprender que tenía que ver una cosa con la otra-. Pues... Para ello deberíamos levantarnos pronto, porque luego hará mucho calor, y será imposible hacer nada. ¿No crees? -asentí de nuevo y me preparé para escuchar lo que sabía que iba a decir-. Entonces, quizá, deberíamos acostarnos pronto y descansar... ¿No?
Me llevé la mano a la frente, oculté los millones de suspiros que iba a soltar y con la mejor de las sonrisas le miré.
- Claro. Tienes toda la razón del mundo.
Me di la vuelta y eché los spaguettis en la cazuela.
Genial. Seguramente dentro de 20 o 25 años, cuando al señorito le apeteciera de nuevo, podríamos volver a intentarlo. Estupendo.
- No te enfades -me abrazó por detrás y besó mi cuello. De verdad que detestaba cuando hacía eso, porque era capaz de hacer temblar hasta partes de mi cuerpo que no sabía ni que existían-. Tenemos mucho tiempo para nosotros. Una vida entera son muchos años, ¿verdad? Pues eso es todo lo que tenemos -me giró y me besó-. Espero que te salgan buenos. Voy a ver la tele.
Y se fue, como los rayos, como hacía siempre. Sí, definitivamente, le odiaba.
Cenamos en el salón, tirados en el sofá y me pregunté durante todo el rato como éste había sido capaz de sobrevivir ante tantas llamas... Terminamos de ver una peli y nos fuimos, como él había dicho, prontito a la cama. Me dormí maldiciendo a quien hubiera inventado el estúpido teléfono.
A eso de las 6 de la mañana me despertó con delicados besos.
- Venga, no seas perezosa... -rodeé su cuello y me tiré encima de él, con los ojos aun medio cerrados.
- Es muy temprano Mike, ¿por qué no nos quedamos un ratito aquí? -le besé mientras acariciaba su pecho.
- Suena tentador, pero... -detuvo mis manos y sonrió-. Venga, anda, me apetece mucho dar un paseo. Va a ser precioso, ya verás.
Mi mirada le perforó y se echó a reír a carcajadas.
- Te va a encantar.
- O vas sin camiseta y sin pantalones o dudo mucho que me guste tanto como... -tapó mi boca y escuché su risa de nuevo.
- No digas tonterías y vamos.
Desayunamos deprisa y nos preparamos una mochilita para llevarnos algo por si llegaba la hora de comer y aún no habíamos llegado. Echamos a andar hacia una especie de montaña que había detrás de la casa y supe que iba a ser una mañana muuuy larga. No es que no me gustara andar, es que me gustaba hasta cierto punto. Y como Michael era más bien un SuperMichael, jamás se cansaría.
- ¿Qué piensas? -me dijo, una vez adentrados en ese pinar/bosque extraño.
- En cuantas veces te tendré que pedir que me lleves a caballito hasta que por fin accedas a hacerlo.
- Pues... Prueba con unas veinte mil. Quizá a la veinte mil una te lleve.
- Comenzaré pues.
En realidad fue una mañana muy entretenida. A todo le encontrábamos una diversión, algo interesante, o algo sobre lo que hablar. Realmente nunca había conectado tan bien con alguien.
- Mis sospechas de que eres un súper héroe se confirman después de verte así.
Michael estaba subido encima de una piedra enorme que daba a un precipicio, por lo que parecía que no había nada después de él. Había encontrado antes un palo relativamente grande, y se le había quedado porque le consideraba “muy gracioso”. Lo estaba moviendo de un lado a otro, pinchando las hojas que había alrededor de la piedra.
- ¿De qué quieres que te salve? -dijo dando un salto, con una sonrisa espléndida y rodeándome con el palo.
- A veces me gustaría que me salvaras de tus encantos. Ahora, por ejemplo, mi corazón late a doscientos por hora.
- A ver... -se agachó a la altura de mi pecho y escuchó-. Ah, pues tienes razón. Que curioso. El mío ni se inmuta -Rió, y volvió a su altura habitual.
- Que te den. -dije secamente-. ¿Sabes qué? Me has desenamorado -le solté, desafiándole con la mirada.
Tiró el palo con un gesto de tristeza en su cara; miró al suelo, me miró a mí, volvió a mirar al suelo y dijo:
- Perdona, señor palo, pero tengo una preciosa muchacha a la que volver a conquistar.
Me cogió como a una princesa y entré risas me besó de tal modo que, una vez más, me hizo comprender lo mucho que significaba para él.

6 comentarios:

  1. Los Adoro. A los dos, de verdad. A ella por ser un terremoto, y a el por ser tan pacífico jajaja.

    Gracias Judi, cada vez tengo más ganas de leer!

    Beesos!


    Paola.

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  2. Diiioos! ENSERIO QUE ME ENCANTO!!!

    Esto está dada vez mejor, además de que esa última escena esta super linda, me gustó mucho.
    ♥♪♫

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  3. Awww que bello! Cada vez adoro
    mas esta historia ;D

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  4. osea solo te llamó por lo de su novio xD?que arrastrada...
    crei que algun familiar suyo habia muerto o estaba secuestrada xDDD

    Shamoosh.

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  5. Judi! me encanta el nuevo diseño de tu blog! y la foto es ...uf..ya me entiendes :)


    Paola.

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  6. Buuff..hace un tiempitoo quee toy leyendoo esta Historia.. y vaya me hace sentir de TODO.. tristeza, felecidad,Rabia, ataques de risa ..
    jaja xD
    simplemente me encanta con total sinceridad
    cuando leo esta historia es como si me metiera en un mundo diferente
    enserio enhorabuena porque realmente transimtes algo=).. beesos

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