20 de septiembre de 2011

Capítulo 65.

Lecciones.

Tres semanas después no sabía definir con exactitud cómo me encontraba, ni sabía ordenar la cantidad de cosas que pasaban por mi cabeza a cada momento del día. Todo formaba una especie de torbellino que me atrapaba sin posibilidad de escapar, lo que provocaba que yo misma sumara más cosas a ese torbellino y se fuera haciendo más y más grande hasta el punto de volverse imparable incluso cuando, en teoría, estaba durmiendo o descansando. Era el pez que se mordía la cola: cuánto más pensaba más problemas encontraba; cuántos más problemas encontraba más pensaba. No sabía cómo salir de todo eso. Al menos hasta hacía un par de días tenía claro dónde quería salir de eso: en mi casa, en mi pueblo, en mi ciudad, con mi gente. Pero ahora empezaba a echar demasiado de menos varias cosas. Sobre todo a mis tres ángeles; de las que llevaba una semana sin tener noticias. Las llamaba y no contestaban y ni siquiera tenía muy claro el motivo, porque lo había intentado a todas horas. No lograba dar con ellas y estaba empezando a preocuparme de verdad. Y a angustiarme.
Luego, Michael. Con la calma y la tranquilidad que me habían trasmitido muchas personas había decidido, tres días después de la discusión, volver a llamarle y solucionar las cosas. No podía estar tranquila si algo iba mal. Se había comportado como un crío, sí, pero yo tampoco había sido demasiado justa. Y como, por suerte, nunca había pecado de orgullosa, no me importaba dar yo el primer paso y pedirle perdón. Pero no contestó a esa llamada. Pensé que simplemente no estaba en casa y podría volver a intentarlo. Pero lo intenté y me dieron la misma respuesta: no puede ponerse. Diez llamadas más tarde la respuesta continuaba siendo la misma y lo único que había obtenido había sido una breve conversación con Janet. Ni una sola explicación salvo la que me tejí yo misma: su enfado no se había pasado. Así que mi orgullo de pronto creció y decidí no volver a llamarle. Y todo este asunto estaba empezando a hacerme replantear ciertas cosas.
Y para rematar estaba Sergio. Había perdido la cuenta de las veces que le había explicado que el beso para mí no había significado nada más que la confirmación de que quería a otra persona. Pero parecía ser que no lo entendía o que no lo quería entender. En cualquier caso lo que fuera que sentía por mí daba señales de ir aumentando, pues no me dejaba ni a sol ni a sombra. Y estaba empezando a agobiarme.
Así que preocupada, angustiada, pensativa y agobiada como estaba, una mañana tomé la decisión de volverme a Los Ángeles. Y la tomé como suelo tomar todas las decisiones: en un par de segundos. Me desperté, me incorporé en la cama y supe que había llegado el momento de regresar y enderezar un poco mi vida que, extrañamente, se había revuelto al volver al lugar que siempre me había hecho ser feliz. La vida tiene cosas extrañas y poco podemos hacer por entenderlas; estás muy a gusto en un sitio y al día siguiente decides que tienes que cambiar y marcharte.
No es que fuera a renunciar a mi lugar de origen, ni mucho menos, pero tuve la sensación de que mi estancia allí se había acabado al menos en un tiempo.
- ¿Lo has pensado mucho? –preguntó mi madre por enésima vez en la comida, que se había convertido en una tortura después de comunicarles mi decisión.
La miré confirmando con la mirada que no tenía vuelta atrás y me volví hacia mi padre, convencida de que estaba a punto de darme tres mil razones para que me quedara un par de días más. Pero todo lo que hizo fue sonreír.
- Lo echas de menos, ¿verdad?
- Y yo que pensaba que cuando te hablara de él ibas a protestar por el simple hecho de que hubiera un chico en mi vida… -sonreí yo también.
- Te veo ilusionada y feliz. Así que… -se pasó los dedos por la boca en señal de silencio y continuó comiendo.
- Mañana iré al pueblo a despedirme de todos y en dos días cogeré el avión –levanté la cabeza y miré al frente. Quise creerme que estaba tomando la decisión correcta.

Y correcto o no… En tres días estaba pisando de nuevo suelo americano. Nadie fue a recogerme al aeropuerto como en las películas, aunque tampoco me esperaba ningún tipo de recibimiento teniendo en cuenta que nadie sabía que había vuelto. Traté de llamar a las chicas pero, como los días anteriores, no había obtenido respuesta. Mi angustia creció cuando pensé de nuevo en ello y corrí a buscar un taxi que me reuniera con ellas de una vez por todas.
Todo estaba tal y como lo había dejado. Las calles, las personas, los teatros, los viejos monumentos. Mi portal, su escalera y la puerta de mi casa. Introduje la llave sin tener muy claro qué esperaba encontrarme después de tanto tiempo y abrí la puerta lentamente. Asomé la cabeza y comprobé que allí también estaba todo como lo había dejado. Avancé un par de pasos y vi a las tres frente a mí, con el evidente signo de haberse levantado de un sobresalto. Con sorpresa en sus rostros. Y alegría.
Corrieron hacia mí y las abracé de buena gana mientras oía como me habían echado de menos. Nos separamos a los pocos segundos y las miré a las tres en busca de señales de que algo andaba mal. Pero se mostraban como siempre, incluso más felices de lo habitual. Suspiré por pura incredulidad y esperé a que dijeran algo. Pero sólo se limitaron a hacerme trescientas preguntas a la vez sin dejarme siquiera contestar a alguna de ellas.
- Vale, vale, vale –dije al cabo de unos segundos de absoluta locura-. Lo primero de todo, ¿se puede saber por qué no contestabais mis llamadas? –reproché-. Me teníais preocupada. Mucho.
- ¿Ah, sí? –rió Marina.
- No veo porque esto puede causarte gracia –caminé hasta el sofá y me desplomé en él. No me había dado cuenta hasta ahora, pero estaba cansada.
- ¿Verdad que no? –preguntó Nana mientras las tres me rodeaban. Las observé sin entender y las di paso con la mirada para que me explicaran de una vez qué estaba pasando-. Es simple. Tú no dabas señales a Michael, nosotras no te las dábamos a ti.
Abrí la boca hasta el suelo.
- ¿Tenéis idea de lo preocupada que me habéis tenido? –prácticamente chillé-. ¡Y todo por una tontería!
- ¿Una tontería? –Preguntó Lorena-. Has estado a muchos kilómetros de tu novio y no le has llamado. Simplemente le hicimos un favor e hicimos que te sintieras como se sentía él: preocupado. Y confundido.
- Hace semana y media nos llamó pidiendo noticias tuyas. Dijo que hacía un par de días que no le llamabas y que no sabía cómo localizarte para saber si estabas bien. Le dijimos que todo estaba en orden y que no se preocupara. Pero, ¿qué íbamos a hacer? ¿Dejarlo como estaba? Sabes que somos mucho de dar lecciones –Sonrió Nana.
- Y ahora, cuéntanos la historia, el por qué de tu desaparición.
Mi cara de asombro solo era comparable con la sensación de enfado que se había apoderado de mí.
- La próxima vez que queráis dar lecciones os informáis un poco mejor de cómo está el asunto –me levanté del sofá y me giré para recriminarlas su actitud-. Michael y yo discutimos y después de eso le llamé unas quinientas veces para tratar de solucionarlo. Pero no contestó. Ni una sola llamada –sus caras cambiaron completamente y Marina se levantó del sofá tratando de hablar pero la callé-. Intenté dar con él a todas horas del día pero no quería ponerse. Cuando dejé de llamar debió arrepentirse y entonces habló con vosotras. Y vosotras, en lugar de hablar conmigo, decidisteis darme una lección. Ya está, fin de la historia. Me voy a dormir.
Salí del salón tan rápido como mis cansadas piernas me permitían y me encerré en mi habitación de un portazo. No sabía con quien estaba más enfadada de todos, sólo sabía que en esos momentos odiaba al mundo entero. Me puse boca abajo tratando de acabar con toda clase de pensamientos y, para mi sorpresa, concilié el sueño en pocos minutos.

- Judith… -apreté los ojos con fuerza y me di la vuelta. No sabía quién era, pero me daba igual-. Despierta, anda. Tenemos que hablar contigo –reconocí confundida aún la voz de Nana y resoplé.
- ¿Y si lo dejamos para luego?
- No… Tiene que ser ahora.
- Me habéis despertado, sabéis que os voy a odiar.
- Preferimos que nos odies por despertarte a que sueñes con matarnos mientras duermes.
- No estaba soñando con mataros… Sólo con daros una paliza.
- Nos quedamos más tranquilas. Venga –Marina tiró de mi brazo y me obligó a incorporarme-, tiene que ser ahora.
Las miré medio dormida y me arrasqué la cabeza.
- No soy persona, no sé qué queréis de mí.
- Te hemos preparado una cena riquísima para compensarte por lo de estos últimos días –sonrió Nana.
- Lo sentimos, en serio, pero Michael no nos contó nada de lo que había pasado.
- Si hubiéramos sabido que no fue culpa tuya no lo habríamos hecho, y lo sabes.
Sabía que estaban arrepentidas pero no iba a rendirme y a perdonarlas tan fácilmente… Al menos no iba a mostrarlas que ya lo había hecho.
- ¿Qué hay de cenar? –pregunté, aparentemente aún enfadada.
Se miraron y sonrieron.
- Espaguetis.
Reí.
- Perdonadas.
Nos abrazamos durante unos segundos y cuando estaba a punto de levantarme me retuvieron en la cama.
- Aún hay una última cosa que debes hacer antes de probar nuestros exquisitos espaguetis.
Las miré sin entender y entonces Michael apareció por la puerta.

8 comentarios:

  1. ME EN-CAN-TO ! :D publica pronto porfa !

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  2. Soy feliz! Soy feliz! Soy feliz! Aja! (Haciendo el Run Man XD)
    Después de tantos días no puedo ser mas feliz de leer un capi!
    Michael O______________O Quiero ver su reacción!
    Judi! Me alegro de saber de ti! Desapareciste
    X-X Perohas vuelto :3 Esperare capi impaciente! Cuidate <3

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  3. OMG !! .. que emocion al fin un nuevo capitulo ..

    quiero saber que pasa !!! por favor la tienes que seguir cuanto antes

    no puedes publicar otro capitulo hoy ? por favor !!!

    Esperare impaciente el proximo capitulo

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  4. Eres magnífica!!! Muchas gracias por el capítulo, fantástico!!!

    Lo echaba de menos en serio!!! ^^

    Muchas gracias!!!!


    Ahora solo falta que continues cuando puedas :)

    Soy feliz feliz feliz!!


    Por cierto soy sara!! :D

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  5. :O
    Mala.
    jajaajajaj
    Continúa muy pronto, cielo. Que me encanta.
    Un besoooo!
    Paola♥

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  6. Oh, Michael está ahí. Me encanta, es tan lindo. Espero que sus problemas se resuelvan, odio cuando esta parejita se molesta (y eso pasa muy a menudo, creo que tendré que acostumbrarme)

    Me ha encantado, ya lo sabes.

    Un beso! Continúa pronto :)

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  7. Hola Judi.. Hace unos meses lei esta novela.. Y ahora que la vuelvo a leer, pienso esto:
    Yo soy Argentina, y en tu novela he encontrado frases que desconocia totalmente, pero me describen a la perfeccion, la personalidad de la protagonista es identica a la mia, amo tu novela, tengo mas en comun contigo que con mis amigas o cualquier persona, por lo que me gustaria que algun dia podramos hablar o lo que sea, se que nos llevariamos bien...
    Como ya dije, amo y reamo tu novela.. Gracias por hacerme sentir tan bien!
    Besos, Rosario :)

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    1. Muchas gracias Rosario, de verdad :) Estaré encantada de conocerte y charlar contigo cuando quieras :) Agrégame al facebook (Judith Torquemada Minguela) o búscame en twitter (@judiLimon) y podremos hablar lo que quieras :) Gracias de nuevo, de verdad. Besos inmensos :)

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